domingo, 14 de noviembre de 2010

juan santamaria

Nació en Alajuela, Costa Rica, el 29 de agosto de 1831. Era hijo extramatrimonial de Manuela Santamaría, también conocida como Manuela Gallego o Manuela Carvajal. En algunos textos se le atribuyen dos hermanos llamados Joaquina y Rufino, pero la petición de pensión de su madre dice con claridad que Juan era su único hijo.



En 1853 en Nicaragua se estaba dando una guerra civil, en la cual los liberales planeaban un golpe de Estado contra el gobierno de Fruto Chamorro Pérez. Así que Fruto Chamorro Pérez pide ayuda al ejército estadounidense, quien manda a William Walker. Es en ese momento cuando William Walker tomó control del Gobierno en Nicaragua e intentó conquistar las otras naciones de América Central, con el fin de formar un Imperio de esclavos para la Confederación del Sur. El Jefe de Estado de Costa Rica en ese entonces, Juan Rafael Mora Porras, llamó a la población en general a tomar las armas y marchar al norte, a Nicaragua, a luchar contra el invasor extranjero. Santamaría era tambor en el cuartel de Alajuela y en esa calidad marchó con el ejército. Las tropas le llamaban El Erizo por la forma en que tenía su cabello.

Después de eliminar un pequeño grupo de soldados de Walker en la denominada batalla de Santa Rosa (Santa Rosa es un lugar de la Provincia de Guanacaste, Costa Rica), las tropas costarricenses siguieron su ruta hacia el norte y llegaron a la ciudad de Rivas, Nicaragua, el 8 de abril. Allí se produjo, el 11 de abril de 1856, la primera batalla de Rivas.


El combate del 11 de abril en Rivas fue feroz. Los costarricenses no eran capaces de hacer que los hombres de Walker salieran del llamado Mesón de Guerra, la casa que tenían como centro de comando, y desde donde ellos tenían una posición de ataque ventajosa.

Según la historia secular, el 11 de abril de 1856, el General José María Cañas, salvadoreño, sugirió que uno de los soldados avanzara hacia el mesón con una antorcha y la incendiara. Luis Pacheco Bertora (cartaginés) y Joaquín Rosales lo intentaron, sin éxito. Juan Santamaría se ofreció, con la condición de que, en caso de que muriera, algún otro soldado se hiciera cargo de su madre. Entonces tomó la antorcha, avanzó y fue mortalmente herido por el enemigo. Antes de morir, logró prender fuego al mesón y así contribuyó a la victoria costarricense en Rivas. Teorías del pasado, actualmente refutadas, señalaban, sin embargo, que Juan Santamaría murió poco después de la batalla, víctima de la epidemia del cólera morbus, pues así lo indicaba el libro de defunciones que llevaba el presbítero Francisco Calvo, uno de los capellanes del ejército costarricense. Actualmente, estudios rigurosos de dicho libro y otros documentos de la época revelan que al menos hubo cuatro soldados de indéntico nombre enlistados en las filas costarricenses, por lo que la veracidad de los testimonios oculares no riñe con los precarios registros históricos de la época.


El reconocimiento de los méritos de Juan Santamaría como héroe surgió casi treinta años después de su hazaña en 1885, cuando su memoria fue en cierto modo excavada de un pasado indiferente y se le glorificó al punto de convertirlo en el héroe nacional de Costa Rica.

Actualmente es honrado con una estatua de bronce en un parque de Alajuela, la cual lleva su nombre y donde también hay placas con los nombres de muchos otros soldados muertos durante la campaña. El museo histórico de Alajuela lleva su nombre, y también se denomina así el aeropuerto ubicado en Alajuela.

Otra estatua igual a la de Alajuela se encuentra en la Asamblea Legislativa de Costa Rica. Ambas estatuas fueron ordenadas por el Gobierno y colocadas en 1891.

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