domingo, 26 de diciembre de 2010

BARACK OBAMA

Barack Hussein Obama II (nacido en Honolulu, Estados Unidos, 4 de agosto de 1961) es el cuadragésimo cuarto y actual presidente de los Estados Unidos de América.Obama fue senador por el estado de Illinois desde el 3 de enero de 2005 hasta su renuncia el 16 de noviembre de 2008. Además, es el quinto legislador afroamericano en el Senado de los Estados Unidos, tercero desde la era de reconstrucción. También fue el primer candidato afroamericano del Partido Demócrata y es el primero en ejercer el cargo presidencial.

Se graduó en la Universidad de Columbia y en la prestigiosa escuela de Derecho Harvard Law School, donde fue presidente de la revista de leyes Harvard Law Review. Posteriormente, trabajó como organizador comunitario y ejerció su carrera como abogado en derechos civiles, antes de ser elegido y servir como senador del estado de Illinois desde 1997 al 2004. Fue profesor de Derecho constitucional en la facultad de leyes de la Universidad de Chicago desde 1992 hasta el 2004. En el año 2000 perdió la contienda electoral por un puesto en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, y tras su fracaso anterior, en enero de 2003 anunció su candidatura al Senado estadounidense. En marzo de 2004 venció las elecciones primarias del partido demócrata, y en julio del mismo año pronunció el discurso de apertura de la Convención Nacional Demócrata impulsando favorecedoramente su candidatura. Finalmente resultó elegido como miembro del Senado en noviembre de 2004, con un 70% de los votos a favor.

Como representante de la minoría demócrata en el 109.º Congreso, copatrocinó la ley para el control de armas convencionales y para promover una mayor rendición pública de cuentas en el uso de fondos federales. Realizó viajes oficiales a Europa Oriental, Oriente Medio y África. En el 110º Congreso patrocinó la legislación relacionada con los grupos de presión y con el fraude electoral, el calentamiento global, el terrorismo nuclear y la atención del personal militar que regresa a la nación de las misiones militares en Iraq y Afganistán. Desde el anuncio de su campaña presidencial en febrero de 2007, Obama ha hecho hincapié en poner fin a la Guerra de Iraq, el aumento de la independencia energética y la prestación de asistencia sanitaria universal como las grandes prioridades nacionales.

El 10 de febrero de 2007 anunció su candidatura a la presidencia de los Estados Unidos y el 3 de junio de 2008 se convirtió en el virtual candidato del Partido Demócrata. En las elecciones generales del 4 de noviembre de 2008, se convirtió en Presidente electo después de vencer al candidato presidencial republicano John McCain y tomó posesión de sus funciones como 44º presidente el 20 de enero de 2009.

El 9 de octubre de dicho año le fue concedido el Premio Nobel de la Paz por sus esfuerzos diplomáticos en pro del desarme nuclear, la consecución de un proceso de paz en Oriente Medio y el fomento de la lucha contra el cambio climático.


Nació el 4 de agosto de 1961 en la ciudad de Honolulu, Hawái. Hijo de Barack Obama, un economista keniano; y de Ann Dunham, una antropóloga estadounidense, quienes se conocieron cuando asistían a la Universidad de Hawái en Manoa, donde su padre estaba matriculado como estudiante extranjero.

Cuando tenía dos años de edad, sus padres se separaron. Después del divorcio, su padre regresó a Kenia y en 1971 se reunió por última vez con su hijo, antes de morir en un accidente automovilístico en 1982. Su madre contrajo matrimonio con Lolo Soetoro, y en 1967 se mudó con su familia a Indonesia, país de origen de su nuevo esposo.

Obama asistió a escuelas locales en Yakarta hasta que cumplió los diez años. Luego regresó a vivir en Honolulu con sus abuelos maternos y en 1971 fue inscrito en el quinto grado de la escuela Punahou School, donde permaneció hasta su graduación de la secundaria en 1979. Su madre regresó a Hawái en 1972 y permaneció allí varios años, hasta que en 1977 viajó nuevamente a Indonesia para realizar su trabajo de campo. En 1995, Ann falleció a causa de un cáncer de ovario. Durante el foro civil por la presidencia, realizado en la iglesia Saddleback Church, Obama admitió haber consumido marihuana, cocaína y alcohol en su adolescencia.
Obama hablando en un mitin en Conway, Carolina del Sur, el 23 de agosto de 2007.

Una vez que culminó su bachillerato, se mudó a Los Ángeles e inició sus estudios en el instituto Occidental College por un periodo de dos años. Posteriormente, se transfirió a la Universidad de Columbia en la ciudad de Nueva York, en la carrera de Ciencia Política, con una especialización en Relaciones Internacionales. Se graduó con el pregrado académico Licenciatura en Artes Liberales de Columbia en 1983, y a continuación empezó a trabajar en la compañía Business International Corporation y en New York Public Interest Research Group.

Después de trabajar durante cuatro años en Nueva York se trasladó a Chicago, donde fue un activo organizador comunitario y director del proyecto Developing Communities Project (DCP), una organización religiosa que originalmente contaba con ocho parroquias católicas en el Gran Roseland (Roseland, West Pullman y Riverdale) en la zona sur de la ciudad denominada South Side, desde junio de 1985 a mayo de 1988. En su desempeño como director del DCP, aumentó el número de personal de uno a trece, el presupuesto anual creció de $70.000 a $400.000, y entre sus logros también se encuentra la ayuda que prestó para establecer un programa de entrenamiento laboral, una tutoría preparatoria para la universidad y una organización a favor de los derechos de los inquilinos en Altgeld Gardens. Del mismo modo, trabajó como consultor e instructor para la Gameliel Foundation, el cual es un instituto de organización de comunidades. A mediados de 1988, viajó por primera vez a Europa por tres semanas, después fue a Kenia por cinco semanas y conoció a sus parientes cercanos por parte de su padre.

A finales de 1988, ingresó en la escuela de Derecho Harvard Law School y en su primer año como estudiante fue seleccionado como editor de la revista Harvard Law Review, debido a sus calificaciones y por un concurso de escritura. En su segundo año de carrera, fue elegido presidente de dicha publicación, y se desempeñó como voluntario a tiempo completo, ejerciendo las labores de jefe de redacción, y supervisando al personal conformado por 80 editores. El hecho de que haya sido escogido en febrero de 1990 como el primer presidente afroamericano del suplemento de leyes, fue ampliamente recogido por los medios de comunicación y se le realizaron detalladas reseñas biográficas. Durante los períodos de verano, regresaba a Chicago donde trabajó como asociado de las firmas legales Sidley Austin en 1989 y Hopkins & Sutter en 1990. En 1991 volvió a Chicago, luego de haberse graduado de Harvard con el título de Doctor en Jurisprudencia o Juris Doctor (JD) y con la mención honorífica magna cum laude. La publicidad que obtuvo por el hecho de haber sido el primer presidente de raza negra de la revista jurídica de Harvard, ayudó a que consiguiera un contrato con una empresa editorial, la cual le otorgó un anticipo para que emprendiera la redacción de un libro acerca de las relaciones raciales. En un esfuerzo para reclutarlo como profesor de la facultad de Derecho de la Universidad de Chicago, se le ofreció una beca de investigación y una oficina para que trabajase en su libro. Originalmente había planificado concluir la escritura de su obra en un año, pero le tomó más tiempo ya que ésta evolucionó a una recopilación de sus memorias personales. Sin embargo, para poder trabajar sin interrupciones, Obama y su esposa Michelle viajaron a Bali, donde él se dedicó por varios meses únicamente a escribir su libro. A mediados de 1995, el manuscrito fue finalmente publicado bajo el título Los sueños de mi padre: Una historia de raza y herencia (en inglés Dreams from My Father: A Story of Race and Inheritance).

De abril a octubre de 1992, dirigió la organización sin ánimo de lucro denominada Project Vote, que estaba conformada por un personal de diez trabajadores y setecientos voluntarios, y a través de este proyecto alcanzó la meta de inscribir 150.000 de 400.000 afroamericanos que no estaban registrados en el estado de Illinois. Su labor en este proyecto le mereció ser nombrado en el semanario Crain Chicago Business en su lista de 1993, como futura promesa entre los 40 menores de cuarenta (en inglés 40 under Forty).
Durante un periodo de doce años (1992-2004) enseñó Derecho constitucional en la Facultad de Leyes de la Universidad de Chicago; los primeros cuatro años ejerció como catedrático y luego como profesor superior. En 1993 se unió al bufete jurídico Davis, Miner, Barnhill & Galland, una firma conformada por doce abogados y especializada en derechos civiles y desarrollo económico urbano. Se desempeñó como asociado durante los tres primeros años (1993-1996), luego como abogado consejero en el periodo de 1996 al 2004, y su licencia para ejercer la carrera de Derecho quedó inactiva en el 2002.

Obama fue miembro fundador de la junta directiva de la organización de desarrollo de liderazgo juvenil conocida como Public Allies en 1992, pero renunció a este cargo poco antes de que su esposa Michelle fuera ascendida como directora ejecutiva de la misma empresa. A principios de 1993, fue integrante de la junta de directores de la organización filantrópica Woods Fund of Chicago, la cual en 1985 había sido la primera fundación que financió el proyecto DCP durante los años 1993 a 2002. Asimismo, prestó sus servicios en la junta directiva de la fundación caritativa Joyce Foundation desde 1994 al 2002. También fue integrante de la junta directiva de la fundación Chicago Annenberg Challenge, desempeñándose como presidente fundador del consejo de administración. Además, fue miembro de la directiva de las siguientes instituciones: el Comité de abogados de Chicago a favor de los derechos civiles contemplados bajo la ley (en inglés Chicago Lawyers’ Committee for Civil Rights Under Law), el Centro de tecnología barrial (en inglés Center for Neighborhood Technology), y finalmente la fundación Lugenia Burns Hope Center.


En 1996, fue elegido como senador del decimotercer distrito de Illinois, sucediendo en el cargo a Alice Palmer. La jurisdicción del decimotercer distrito se extendió hacia el área de South Side, incluyendo los barrios de Hyde Park y el sur de Kenwood hasta South Shore y el oeste de Chicago Lawn.[43] Una vez que fue elegido, obtuvo apoyo bipartidista para una reforma legislativa concerniente a las leyes de ética y de asistencia sanitaria. También propuso una ley de aumento de las bonificaciones fiscales para los trabajadores con sueldos bajos, negoció una reforma al proyecto de asistencia social, y promovió el aumento de los subsidios para el cuidado infantil. Como copresidente del Comité Conjunto Sobre Regulaciones Administrativas (en inglés, Joint Committee on Administrative Rules) en el 2001, apoyó la propuesta del gobernador republicano George Ryan sobre una regulación del día de pago de los préstamos y una regulación a las prácticas abusivas de financiamiento de préstamos hipotecarios con el objetivo de prevenir los procesos judiciales de ejecución hipotecaria. En el 2003, patrocinó y dirigió la aprobación unánime y bipartidista de una ley para el control de la discriminación racial o "perfilaje racial" (en inglés, "Racial profiling" o detenciones arbitrarias basadas en las características raciales del sospechoso), que exige a los policías el registro de la raza de los conductores a los que detiene, y otra ley que hacía de Illinois el primer estado en imponer la orden de grabar en vídeo los interrogatorios por homicidio.

Nuevamente fue reelegido para el Senado de Illinois en 1998 y en el 2002. En el 2000, perdió una carrera primaria del partido demócrata por un cargo en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos contra su contrincante Bobby Rush, con un margen de diferencia de dos a uno.

En enero de 2003 se convirtió en presidente del Comité de Salud y Servicios Humanos del Senado de Illinois (en inglés, Health and Human Services Committee), después de que los demócratas obtuvieran la mayoría de puestos en la Cámara alta del Congreso, dejando en el pasado una década como minoría. Durante su campaña para las elecciones generales del Senado de Estados Unidos en el 2004, su labor fue acreditada por las instituciones policiales debido a su activo compromiso en la promulgación de reformas a la pena capital. Sin embargo, ese mismo año renunció a su cargo en el Senado de Illinois, después de haber sido elegido como representante de la Cámara alta en el mes de noviembre.


A mediados de 2002, Obama consideró participar en la contienda por un puesto en el Senado de los Estados Unidos. En aquel otoño reclutó al estratega político David Axelrod y en el 2003 anunció formalmente su propia candidatura. Las decisiones consumadas en el pasado por el ex-senador republicano Peter Fitzgerald, quien reemplazó a su predecesor demócrata Carol Moseley Braun por medio de una inversión millonaria en su campaña política financiada mayoritariamente con su propio patrimonio, generaron una amplia disputa en las elecciones primarias entre los partidos demócratas y republicanos, empañando de forma directa la imagen pública de quince candidatos. Aun así, la candidatura de Obama fue promovida favorablemente gracias a la campaña publicitaria de Axelrod, en la que se presentaron imágenes del fallecido alcalde de Chicago Harold Washington y el respaldo de la hija del también difunto senador de Illinois, Paul Simon.En las votaciones primarias de marzo de 2004, recibió el 52% de los votos, obteniendo una ventaja del 30% respecto a su rival demócrata más cercano, Daniel Hynes.

En julio de ese año, Obama pronunció un discurso en la apertura de la Convención Nacional Demócrata, en Boston, Massachusetts.Luego de describir las experiencias de su abuelo materno como veterano de la Segunda Guerra Mundial y beneficiario de las medidas económicas New Deal en la Administración de Vivienda Federal y de la Ley de Reajuste para los Hombres de Servicio, propuso cambiar las prioridades económicas y sociales del gobierno de los Estados Unidos. Asimismo, cuestionó la administración de George W. Bush con respecto a la guerra de Iraq y resaltó las obligaciones de su país con los soldados. Mediante ejemplificaciones de la historia de los Estados Unidos criticó fuertemente las visiones sesgadas del electorado y pidió a los estadounidenses que buscaran la unidad en la diversidad, expresando la frase: No existe una América conservadora y liberal; sólo existen los Estados Unidos de América. La transmisión del discurso por las agencias de noticias más importantes de su país ayudaron a conseguir el reconocimiento del electorado como una figura política nacional, logrando un empuje para su campaña por el Senado.

Mientras tanto, Jack Ryan ganador de las elecciones primarias del Partido Republicano, y el supuesto oponente de Obama en las elecciones generales por el Senado renunció a la contienda en junio de 2004. A tres meses de las elecciones, Alan Keyes, residente por muchos años del estado de Maryland,[62] aceptó reemplazar a Ryan en la candidatura republicana. Finalmente en los comicios generales de noviembre de 2004, Obama recibió el 70% de los votos, contra el 27% obtenido por Keyes, estableciéndose en aquel momento el triunfo con mayor margen de ventaja en la historia de Illinois en una contienda electoral.

Obama fue investido como senador el 4 de enero de 2005, convirtiéndose en el quinto senador afroamericano en la historia de los Estados Unidos y el tercero en ser elegido popularmente. Fue el único miembro en el Senado en pertenecer a la organización que representa a las minorías de raza negra en el Congreso, denominada Congressional Black Caucus. La publicación CQ Weekly lo catalogó como un "demócrata leal" basándose en el análisis de todos sus votos en el Senado durante el periodo de 2005 a 2007. Siguiendo el mismo procedimiento de evaluación de sus votos en el Senado, el semanario National Journal lo calificó como el senador "más liberal" en el 2007, en el 2006 obtuvo la décima posición, y en el 2005 la decimosexta posición. En el 2008 Congress.org lo ubicó en el undécimo lugar entre los senadores más poderosos de los Estados Unidos. El 16 de noviembre de 2008, Obama renunció al Senado para dedicarse al periodo de transición presidencial.


En el 2005, votó a favor del proyecto de ley sobre la independencia energética, también copatrocinó la propuesta legislativa conocida como América segura y una inmigración ordenada (en inglés, Secure America and Orderly Immigration Act), y en el 2006 apoyó la Ley del Muro Seguro (en inglés, Secure Fence Act). Además presentó dos iniciativas que llevan su apellido, la primera fue Lugar-Obama que tenía como objetivo extender el concepto de la ley de Reducción Cooperativa de la Amenaza Nunn-Lugar (en inglés, Nunn–Lugar Cooperative Threat Reduction), e incluir a ésta una enmienda sobre la destrucción de armas convencionales. La segunda propuesta se llamó Ley de transparencia Coburn-Obama (en inglés, Coburn–Obama Transparency Act), mediante la cual se autorizó el establecimiento de un motor de búsqueda por Internet con la dirección www.USAspending.gov, permitiendo al público visualizar los gastos federales en cualquier momento.} El 3 de junio de 2008, en colaboración con los senadores Thomas R. Carper, Tom Coburn y John McCain presentó una ley conocida como Fortalecimiento de la transparencia y la rendición de cuentas (en inglés, Strengthening Transparency and Accountability in Federal Spending Act), con el propósito de mantener la claridad en los gastos gubernamentales.

Asimismo, favoreció el establecimiento de una ley que requiera a los dueños de plantas nucleares notificar las fugas radioactivas al estado y a las autoridades locales. En diciembre de 2006, el presidente Bush firmó la ley sobre la Promoción de la democracia, la seguridad y el alivio de la República Democrática del Congo, convirtiéndose en la primera ley promulgada y patrocinada mayoritariamente por Obama. En enero de 2007 apoyó la Ley por un gobierno abierto y un liderazgo honesto (en inglés, Honest Leadership and Open Government Act), siendo finalmente aprobada en septiembre. Además, planteó el proyecto de ley S.453, con el propósito de criminalizar las prácticas corruptas en las elecciones federales, y en el 2007 presentó la Ley sobre la desintensificación de la guerra de Iraq (en inglés, Iraq War De-Escalation Act of 2007).

Posteriormente, propuso una enmienda a la Ley de autorización de la defensa (en inglés, Defense Authorization Act), con el objetivo de salvaguardar a los soldados dados de baja por trastorno de estrés postraumático causado por la guerra.[81] De igual forma copatrocinó la ley para reducir el peligro del terrorismo nuclear y apoyó la Ley de fomento de sanciones a Irán (en inglés, Iran Sanctions Enabling Act), la cual promulgaba la desinversión en el sector energético de ese país, especialmente en las industrias de petróleo y gas natural. También presentó una enmienda al Programa estatal de seguros médicos para los niños, con la intención de proveer un año de protección laboral a los familiares directos de los soldados que se encontrasen recibiendo cuidado médico por sus heridas de combate.
Comisiones

En diciembre de 2006, Obama mantuvo varias funciones en los comités del Senado vinculados con el medio ambiente y las obras públicas, las relaciones internacionales, y los asuntos de los veteranos de guerra. Al año siguiente, abandonó la comisión del medio ambiente y obras públicas. También emprendió funciones adicionales relacionadas con la salud, la educación, el trabajo, la jubilación, el plan de defensa nacional, y los asuntos gubernamentales. Además fue nombrado presidente de la subcomisión de asuntos europeos. Como miembro de la Comisión de Relaciones Internacionales del Senado, realizó visitas oficiales a Europa Oriental, Oriente Medio, Asia Central y África. También se reunió con Mahmoud Abbas antes de que se convirtiese en presidente de la Autoridad Nacional Palestina, y en un discurso en la Universidad de Nairobi condenó la corrupción del gobierno keniano.


El 10 de febrero de 2007, Obama anunció su candidatura para la presidencia de los Estados Unidos frente al viejo edificio del Capitolio estatal en Springfield, Illinois. La elección de esta ubicación para su anuncio fue simbólica, debido a que fue el lugar donde Abraham Lincoln pronunció su histórico discurso Casa dividida (en inglés House Divided) en 1858.A través de su campaña hizo énfasis en los asuntos concernientes a concluir con la guerra de Iraq, aumentar la independencia energética, proveer asistencia sanitaria universal, identificando estos temas como sus principales prioridades.

La campaña recaudó $58 millones de dólares durante la primera mitad de 2007, de los cuales $16.4 millones provenían de pequeñas donaciones individuales de menos de $200. Los $58 millones marcaron una cifra récord de recaudación de fondos para una campaña presidencial, seis meses antes de las elecciones primarias del partido político. En enero de 2008, su campaña estableció otro récord con la cifra de $36,8 millones de dólares, debido a que fue la cantidad más alta que se ha recolectado en un mes por un candidato presidencial en las elecciones demócratas primarias.
Durante las votaciones primarias del partido Demócrata para la presidencia en el 2008, Obama obtuvo el mismo número de delegados en el estado de Nuevo Hampshire que su rival la candidata Hillary Clinton, sin embargo superó a su contrincante en las votaciones o asambleas partidistas de los estados de Iowa, Nevada, y Carolina del Sur. El súper martes o el día en que se realizan la mayor parte de elecciones simultáneas en diferentes estados, consiguió veinte delegados más que Clinton.En los primeros meses de 2008, estableció nuevamente una marca de recaudación de fondos, acumulando alrededor de $90 millones de dólares para su campaña en comparación con los $45 millones de Clinton.Después del súper martes, en el mes de febrero, venció las elecciones primarias en los once estados restantes. El 4 de marzo, empató con Clinton en las contiendas de los estados de Vermont, Texas, Ohio, y Rhode Island, con un estrecho margen de votos, y finalizó el mes con victorias en Wyoming y Misisipi.

A finales de marzo, Jeremiah Wright, antiguo reverendo de la iglesia Trinity United Church of Christ de Chicago, a la cual Obama asistió por veinte años, se vio involucrado en una controversia después de que la cadena de noticias estadounidense ABC lanzase al aire un vídeo en el que él aparecía realizando sermones racialmente y políticamente emotivos. A partir de este suceso, Obama condenó los comentarios de Wright y lo alejó de cualquier asociación con su campaña política. Durante la controversia, pronunció un discurso titulado Una unión más perfecta (en inglés A More Perfect Union), en el cual expuso sobre asuntos raciales.Seguidamente, renunció a su vínculo con esta iglesia para evitar que los ciudadanos se llevaran la impresión negativa de que él apoyaba las manifestaciones de su antiguo pastor.

En los meses de abril, mayo y junio, ganó las elecciones primarias en los estados de Carolina del Norte, Oregón, y Montana, manteniéndose en la delantera en el cómputo de votos de delegados en comparación con sus contrincantes, mientras que Hillary Clinton había vencido en Pensilvania, Indiana, Virginia Occidental, Kentucky, Puerto Rico, y Dakota del Sur. Durante ese periodo, recibió el respaldo de un mayor número de superdelegados que Clinton. El 31 de mayo, el Comité Nacional Demócrata aceptó reunir a todos los delegados de los estados de Míchigan y Florida durante la convención nacional, y se les otorgó medio voto a cada uno, estrechando la delantera que Obama tenía con su rival, pero aumentando el escrutinio de votos que necesitaba para vencer la nominación presidencial de su partido. El martes 3 de junio de 2008 superó en las votaciones a Clinton, y ese mismo día pronunció un discurso en Saint Paul, Minnesota. Por su parte Clinton suspendió la campaña el 7 de junio para incorporarse a la de Obama.[114] A partir de esta fecha inició su competencia en las elecciones generales presidenciales contra el senador John McCain, quien fue nominado por el Partido Republicano.


El 19 de junio, se convirtió en el primer candidato presidencial de un partido mayoritario en rechazar el financiamiento público para su campaña en la contienda general, desde que el sistema fue creado en 1976. El 23 de agosto de 2008, seleccionó al senador del estado de Delaware Joe Biden, como su compañero de fórmula para la vicepresidencia. Durante la Convención Nacional Demócrata realizada en Denver, Colorado, su antigua rival en las elecciones primarias, Hillary Clinton, pronunció un discurso en el que manifestó su apoyo total a la candidatura de Obama.

El 28 de agosto, Obama mediante un discurso en Denver y frente a 84.000 partidarios, aceptó la nominación como candidato presidencial del partido demócrata y presentó algunos detalles de sus metas políticas.

Después de que McCain fue nominado como el candidato presidencial republicano, las encuestas indicaron que había estrechado el margen con Obama. Hubo tres debates presidenciales entre Obama y McCain en septiembre y octubre de 2008. Después de que los debates concluyesen, Obama sacó ventaja en las encuestas nacionales, y ganó el voto en casi todos los estados activamente en contienda en su campaña presidencial.

El 4 de noviembre, Barack Obama obtuvo el 64.9% de los votos electorales y se convirtió en el presidente número 44 de los Estados Unidos de América. Después de su victoria en las elecciones presidenciales pronunció un discurso en Chicago frente a cientos de miles de sus partidarios. Además hizo alusión al discurso de Martin Luther King "He estado en la cima de la montaña" (en inglés "I’ve Been to the Mountaintop"), y declaró, El camino por delante será largo. Nuestro ascenso será empinado. Puede que no lleguemos ahí en un año o quizás en un mandato, pero Estados Unidos nunca he tenido tanta esperanza como en esta noche en que llegaremos.

El 4 de noviembre de 2008, Barack Obama venció a John McCain en las elecciones generales con 365 votos electorales en comparación con los 173 de McCain,y se convirtió en el primer afroamericano en ser elegido presidente de los Estados Unidos. En su discurso de victoria, proclamó que el "cambio ha llegado a los Estados Unidos" frente a cientos de sus partidarios en el parque Grant Park de Chicago.

El 8 de enero de 2009, el Congreso de los Estados Unidos se reunió en una sesión conjunta para certificar los votos del colegio electoral de la elección presidencial de 2008. De acuerdo con la contabilización de los votos electorales Barack Obama fue declarado el presidente electo de los Estados Unidos y Joseph Biden fue declarado el vicepresidente electo de los Estados Unidos.


La investidura presidencial de Barack Obama como el cuadragésimo cuarto presidente de los Estados Unidos, y de Joseph Biden como vicepresidente, se llevó a cabo el 20 de enero de 2009, a las 12:05 p.m. (EST), en el capitolio de los Estados Unidos. El tema de la ceremonia fue "Un nuevo nacimiento de la libertad", conmemorando el segundo centenario de nacimiento de Abraham Lincoln.

En los primeros días en su cargo, Obama emitió órdenes ejecutivas y memorándums en contraposición de las políticas del ex presidente George W. Bush. En primer lugar, eliminó la prohibición conocida con el nombre de Mexico City Policy, y denominada por los críticos como Global Gag Rule, que estipula que todas las organizaciones no gubernamentales (ONGs) que reciben fondos federales deberán abstenerse de promover o realizar servicios relacionados con el aborto en otros países. Además, suscribió medidas restrictivas a los cabilderos y grupos de presión, y exigió a las entidades gubernamentales el cumplimiento de la Ley de Libertad de Información con el fin de fomentar la transparencia de su gobierno. Asimismo, pidió al ejército estadounidense el desarrollo de un plan para retirar las tropas de Iraq y la reducción de prácticas de secretismo en los registros presidenciales. También ordenó el cierre del centro de detención de Guantánamo lo más pronto posible, con un plazo máximo hasta mayo de 2010, y la revisión inmediata de todas las detenciones y procesos contra los presos retenidos en esta prisión.

El 29 de enero de 2009 el presidente Obama firmó su primer proyecto de ley, el cual corresponde a la ley de Equidad Salarial y que lleva el nombre de Lilly Ledbetter, víctima de discriminación laboral. Cinco días después firmó una ley para expandir el Programa de Seguro Sanitario Infantil (SCHIP por sus siglas en inglés) y que permitirá la cobertura médica de cuatro millones de niños sin seguro. En el mes de marzo levantó la prohibición impuesta por Bush sobre la utilización de fondos federales para la investigación con células madre embrionarias. A pesar de la controversia que rodea el uso de células madre, Obama proclamó que el veto "...maniataba a los científicos y perjudicaba la capacidad de Estados Unidos de competir con otros países". El 26 de mayo de 2009 Obama anunció la nominación de Sonia Sotomayor como juez asociado del Tribunal Supremo, para reemplazar en el cargo a David Souter. El 6 de agosto del mismo año, el Senado confirmó a Sotomayor como juez, convirtiéndose en la primera mujer hispana en ejercer dicha posición.[141] De esta manera acompaña a Ruth Bader Ginsburg en el cargo, y es a su vez la tercera mujer en la historia del Tribunal Supremo.

El 17 de febrero de 2009 Obama firmó la Ley de Estímulo Económico por 787.000 millones de dólares con el objetivo de remediar los efectos de la recesión económica causada por la crisis de las hipotecas "subprime" (préstamos hipotecarios con alto riesgo) mediante la inversión en los sectores de la salud pública, la educación, la infraestructura urbana, y la energía. Entre otras cosas el plan de rescate financiero concederá varias exenciones tributarias, estímulos fiscales y asistencia directa a los individuos. La ley fue aprobada por el Congreso luego de arduas negociaciones con la Cámara de Representantes y el Senado. El plan económico se llevará a cabo en el curso de los próximos años y establece que durante el primer año (2009) se invertirá aproximadamente el 25% de la cifra total. En el mes de junio Obama, insatisfecho por la lentitud de la inversión, convocó a su gabinete y pidió que se aceleraran los gastos federales en las próximas semanas para cumplir con los plazos de entrega señalados.

En marzo el secretario del Tesoro Timothy Geithner presentó un "programa de inversión público-privada" para luchar contra la crisis financiera, mediante el cual el gobierno agilizará dos billones de dólares para la compra de activos y préstamos, impidiendo la depreciación de las reservas que ha mantenido congelado el mercado del crédito y ha retrasado la recuperación económica. El 23 de marzo el periódico The New York Times declaró que los "[i]nversores recibieron la noticia con gran euforia, y hubo un incremento de los índices bursátiles en cuanto se abrió la bolsa de valores".

El 14 de abril de 2009, Obama respaldó las medidas de su gobierno para reactivar el crecimiento económico y consolidar el sector financiero. En su informe económico, señaló que su plan contra la recesión muestra señales de progreso pero que seguirá siendo un año difícil. Aun así destacó la suspensión de despidos en las escuelas y departamentos de la policía, un repunte en los empleos relacionados con los sectores ecológicos y un incremento del refinanciamiento de las hipotecas.
Obama solicitó al Congreso la aprobación de la reforma sanitaria, una promesa clave en su campaña y una meta legislativa que tiene como propósito ampliar la cobertura médica a todos los ciudadanos estadounidenses. El 14 de julio de 2009 los demócratas de la Cámara de Representantes presentaron un proyecto de ley de reforma sanitaria y Obama tenía la expectativa de que el Congreso autorizase el plan antes de fin de año. Uno de los componentes del proyecto de reforma del sistema de salud es la creación de un seguro opcional para los que no tengan la posibilidad de acceder a un seguro privado, mediante lo cual se busca reducir los gastos y mejorar la calidad de la salud pública. El 9 de septiembre, durante la sesión extraordinaria del Congreso, pronunció un discurso en el que defendió su propuesta, también desmintió todos los rumores que surgieron en verano por parte de la oposición, e indicó que el proyecto tiene un coste de aproximadamente 900.000 millones de dólares en un periodo diez años. El 21 de marzo de 2010, la Cámara de Representantes aprobó finalmente la reforma sanitaria —con enmiendas tales como la prohibición de usar fondos federales para financiar abortos— por 219 votos a favor y 212 en contra.

El 20 de abril de 2010, una explosión destruyó una torre de perforación mar adentro en el Prospecto de Macondo en el Golfo de México, causando una pérdida importante de petróleo. El operador del pozo, BP, inició un plan de contención y limpieza, y empezó a perforar dos pozos de alivio con la intención de detener el flujo. Obama visitó el Golfo de México el 2 de mayo, debido a las visitas de miembros de su gabinete, y de nuevo el 28 de mayo y el 4 de junio. Comenzó una investigación federal y formó una comisión bipartidista para recomendar nuevas normas de seguridad, después de una revisión por el secretario del interior, Ken Salazar, y concurrentes audiencias en el Congreso. El 27 de mayo, anunció una moratoria de seis meses de duración sobre nuevos permisos de perforación en aguas profundas y arrendamientos, a la espera de una revisión reguladora. Como múltiples esfuerzos por parte de BP fallaron, algunos en los medios de comunicación y el público y expresaron una crítica de confusión sobre diversos aspectos del incidente, y manifestaron el deseo de una mayor participación de Obama y el gobierno federal.

En febrero y marzo, el vicepresidente, Joe Biden, y la Secretaria de Estado, Hillary Rodham Clinton, hicieron viajes al extranjero por separado, para anunciar una «nueva era» en las relaciones exteriores de Estados Unidos con Rusia y Europa, utilizando los términos «romper» y «reanudar» para señalar los cambios importantes de las políticas de la administración anterior. Obama concedió su primera entrevista como presidente al canal de televisión árabe, Al-Arabiya, hecho que fue interpretado como un intento de acercamiento hacia los líderes de esos países.

El 19 de marzo, continuó su aproximación hacia el mundo musulmán, con un mensaje de Año Nuevo en vídeo al pueblo y al gobierno de Irán. Este intento de acercamiento fue rechazado por los dirigentes iraníes.En abril, pronunció un discurso en Ankara, Turquía, que fue bien recibido por muchos gobiernos árabes. El 4 de junio de 2009 pronunció un discurso en la Universidad de El Cairo en Egipto, en el que pedía «un nuevo comienzo» en las relaciones entre el mundo islámico y los Estados Unidos y promover la paz en Oriente Medio.

El 26 de junio de 2009, en respuesta a las acciones del gobierno iraní hacia los manifestantes después de las Elecciones presidenciales de Irán de 2009, Obama dijo: «La violencia perpetrada contra ellos es indignante. Lo vemos y lo condenamos». El 7 de julio, mientras estaba en Moscú, respondió a un comentario del vicepresidente Biden sobre un posible ataque militar israelí contra Irán, diciendo: «Hemos dicho directamente a los israelíes que es importante tratar de resolver esto en un contexto internacional de una manera que no cree un mayor conflicto en el Oriente Medio».

El 24 de septiembre de 2009, Obama se convirtió en el primer Presidente de los Estados Unidos en presidir una reunión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

En marzo de 2010, tomó una posición pública contra los planes del gobierno del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en continuar la construcción de proyectos de vivienda judíos en barrios habitados predominantemente por árabes en Jerusalén Este. Durante el mismo mes, se alcanzó un acuerdo con la administración del presidente ruso, Dmitri Medvedev, para reemplazar el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas de 1991, con un nuevo pacto para reducir el número de armas nucleares de largo alcance en los arsenales de ambos países en más o menos un tercio.
Durante su transición presidencial Obama anunció que mantendría en su gabinete al secretario de Defensa Robert Gates, quien fue asignado a dicho cargo por George W. Bush. A los pocos días de su presidencia promovió un cambio en la estrategia de guerra de los Estados Unidos incrementando el número de tropas en Afganistán y reduciendo el número de tropas en Iraq. Del mismo modo el 27 de febrero de 2009 anunció que las misiones de combate en Iraq concluirán el 31 de agosto de 2010 y que se efectuará el retiro total de las tropas estadounidenses en dicho país en el 2011.

El 11 de mayo de 2009 Obama sustituyó al general del ejército David McKiernan como máximo comandante en Afganistán con el antiguo comandante de las Fuerzas Especiales, el general Stanley A. McChrystal, con la convicción de que la experiencia de McChrystal ayudaría a traer seguridad a los afganos y facilitaría el uso de tácticas contra la insurgencia.[173] Sin embargo, McChrystal presentó su dimisión el 23 de junio de 2010, a causa de la publicación en la revista Rolling Stone de unas duras críticas del general y su equipo a la Administración Obama, por su gestión y dirección de la guerra en Afganistán, siendo reemplazado por el general David Petraeus.

Desde el principio fue un opositor de las políticas de la administración del presidente Bush referentes a Iraq.[175] Después de que Bush y el Congreso acordasen una resolución conjunta autorizando la guerra de Iraq el 2 de octubre de 2002, el senador estatal de Illinois, Obama, organizó la primera protesta de alto perfil en oposición al conflicto con el país árabe, y manifestó su contrariedad ante la inminente situación bélica en la plaza del edificio federal Kluczynski en Chicago. [178] El 16 de marzo de 2003, Bush emitió un ultimátum de 48 horas a Saddam Hussein, para que abandonase Iraq antes de la invasión estadounidense a este país, y nuevamente Obama dirigió una concentración en contra del conflicto bélico y manifestó al público Aún no es tarde para detener la guerra.
Durante su campaña electoral dijo que si fuese elegido como presidente promulgaría recortes presupuestarios en el rango de decenas de miles de millones de dólares, detendría la inversión en los "improbables" escudos antimisiles para la defensa, no utilizaría al espacio como "arma potencial", minimizaría el desarrollo de sistemas futuros de combate, y trabajaría hacia la eliminación de todas las armas nucleares. Tanto es así que expresó estar a favor de finalizar el desarrollo de armamento nuclear, y propuso reducir las vigentes reservas nucleares estadounidenses. Entre otras de sus promesas de campaña indicó que establecería una prohibición global a la producción de material fisible y buscaría negociaciones con Rusia para retirar el alto estado de alerta de los misiles balísticos intercontinentales.

En noviembre de 2006, realizó un llamado a una fase de reorganización de las tropas estadounidenses en Iraq e incitó a una apertura al diálogo diplomático con Siria e Irán.[182] En marzo del siguiente año, pronunció un discurso frente al Comité de asuntos públicos de Estados Unidos e Israel, el cual es un lobby a favor del Estado de Israel, y dijo que la principal forma de prevenir el desarrollo de armas nucleares por parte de Irán es a través del diálogo diplomático, sin descartar la acción militar. De hecho, indicó que si fuese elegido presidente se comprometería a una diplomacia directa con Irán, sin condiciones previas. En agosto de 2007 detalló su estrategia para luchar contra el terrorismo global, y manifestó "Fue una terrible equivocación no haber actuado" contra la reunión de los líderes de Al Qaeda, que se llevó a cabo en las áreas tribales de Pakistán y que fue confirmada por el servicio de inteligencia estadounidense. Además expresó que como presidente no perdería una oportunidad semejante, incluso sin el apoyo del gobierno pakistaní.

Posteriormente solicitó una acción más firme y autoritaria para combatir el genocidio en la región de Darfur, en el oeste de Sudán, y su primer llamamiento a las autoridades sobre este asunto fue publicado en diciembre de 2005 en el periódico estadounidense Washington Post, en la sección de opiniones, y luego participó en la concentración multitudinaria denominada "Salvando a Darfur" (en inglés "Save Darfur") en abril de 2006.Por su parte, ha desinvertido $180.000 dólares de sus bienes personales en acciones relacionadas con la bolsa de valores de Sudán, y ha instado a las empresas que realizan negocios con Irán a retirar sus inversiones con ese país. En la publicación de la revista "Foreign Affairs" de julio a agosto de 2007, hizo un llamamiento a una política exterior con visión global sobre la guerra con Iraq y a la renovación del liderazgo moral, militar y diplomático de los Estados Unidos. Seguidamente, manifestó No podemos replegarnos del mundo y tampoco amenazarlo a estado de sumisión, al contrario pidió a los estadounidenses que guiasen al mundo mediante hazañas y dando buen ejemplo.

En los asuntos económicos, defendió las políticas de asistencia social de Franklin D. Roosevelt conocidas como New Deal y se opuso a las propuestas republicanas de establecer cuentas privadas para el seguro social. A continuación de la devastación ocurrida a causa del huracán Katrina, expresó su oposición a la indiferencia del gobierno sobre la creciente división de clases sociales, y pidió a los miembros de los partidos demócratas y republicanos que tomasen alguna acción para restaurar una red de contención social para los pobres.Poco después de que anunciase su campaña presidencial, dijo que apoyaba la asistencia sanitaria universal en los Estados Unidos.[193] También ha propuesto retribuir el rendimiento de los profesores mediante el sistema de pago por méritos, asegurando a los sindicatos laborales que los cambios serán ejecutados a través de un contrato colectivo de trabajo.

En septiembre de 2007, culpó a los grupos de presión de distorsionar el código de impuestos de los Estados Unidos. Con la ayuda de su plan eliminaría los impuestos a la renta de las personas de la tercera edad que tengan ganancias menores a $50.000 dólares por año, revocaría los recortes a los impuestos, la plusvalía, y los subsidios de dividendos a los individuos con ingresos de más de $250.000. Además, suprimiría las evasiones de impuestos corporativas, elevaría el límite de ingresos a los impuestos de la seguridad social, restringiría los paraísos fiscales, y simplificaría las declaraciones de impuestos mediante la remisión de la información previamente recaudada por la Hacienda Pública referente al salario y a las transacciones bancarias. En octubre del mismo año anunció su proyecto energético, y propuso el uso de la herramienta administrativa conocida como comercio de derechos de emisión para restringir las emisiones de carbono o gases de efecto invernadero. Paralelamente, expuso un programa con duración de diez años, que tiene como objetivo reducir la dependencia de los Estados Unidos con respecto a las importaciones de petróleo a través de la inversión en nuevas fuentes de energía. Obama indicó que todos los créditos de contaminación deben ser subastados, sin exenciones de créditos para las empresas de gas, las compañías petroleras, el gasto de los ingresos obtenidos mediante el desarrollo de la energía y el coste de la transición económica.

Asimismo, alentó a los demócratas a que se aproximaran a los evangelistas y a otros grupos religiosos. En diciembre de 2006, se reunió con el senador Sam Brownback en la Cumbre mundial sobre el sida y la iglesia (En inglés Global Summit on AIDS and the Church), que fue organizada por los líderes religiosos Kay y Rick Warren.Conjuntamente, Obama, Warren y Brownback, se realizaron exámenes de VIH, como él lo había hecho cuatro meses atrás en Kenia, y exhortó a otros personajes de la vida pública "a que hiciesen lo mismo" y que "no se sintiesen avergonzados por eso". Antes de la conferencia, dieciocho grupos en contra del aborto publicaron una carta abierta en referencia al apoyo legal de Obama a esta causa y manifestaron: En los posibles términos más fuertes, nosotros nos oponemos a la decisión de Rick Warren de ignorar la clara postura a favor de la muerte promovida por el senador Obama y el hecho de haberlo invitado a pesar de todo a la Iglesia de Sadlleback. En junio de 2007, se dirigió a 8.000 miembros de la Iglesia United Church of Christ y retó "a los presuntos líderes de la derecha cristiana por ser tan entusiastas en sacar provecho de las divisiones".

Un método que los científicos políticos emplean para medir el nivel de ideología es comparar las valoraciones anuales realizadas por las organizaciones políticas Americans for Democratic Action (ADA) con las valoraciones hechas por la Unión Conservadora Estadounidense (ACU, por sus siglas en inglés).[206] Basándose en sus años en el Congreso, Obama tiene un promedio de tasación de vida conservadora de 7.67% por ACU y un promedio de tasación de vida liberal de 90% por ADA.

Obama conoció a su esposa, Michelle Robinson, en junio de 1989, cuando fue contratado como asociado de verano en la firma legal Sidley Austin.[210] Robinson, fue asignada por tres meses como su consejera en el bufete de abogados, y compartió algunas reuniones sociales con Obama, pero inicialmente ella rechazó sus propuestas de iniciar una relación amorosa.Sin embargo, a finales del verano ambos empezaron un noviazgo, se comprometieron en 1991, y contrajeron matrimonio el 3 de octubre de 1992.La primera hija de la pareja nació en 1998, y la bautizaron con el nombre de Malia Ann, seguidamente, en el año 2001, nació su segunda hija, Natasha.

Utilizando las ganancias de la venta de uno de sus libros, la familia se mudó en el 2005 de su apartamento ubicado en el barrio de Hyde Park en Chicago, hacia su actual residencia, situada en el barrio de Kenwood, y valorada en $1.6 millones de dólares. La compra de un terreno adyacente realizada por la esposa del promotor inmobiliario y amigo de la familia Tony Rezko, y la venta de una parte de la propiedad a Obama, atrajo la atención de los medios de comunicación debido a la acusación y subsecuente condena por cargos de corrupción política de Rezko.

En diciembre de 2007, la revista estadounidense Money estimó el patrimonio neto de la familia Obama en $1.3 millones de dólares. La declaración de impuestos del 2007 reveló ingresos familiares de $4.2 millones, asimismo, en el 2006 los ingresos fueron de más de $1 millón y en el 2005 de $1.6 millones, los cuales provenían en su mayoría de la venta de sus libros.

En una entrevista en el 2006 destacó la diversidad de su familia extensa, y dijo "Michelle les podría decir que cuando nos reunimos para navidad o acción de gracias, es como las Naciones Unidas en pequeño. Tengo parientes que tienen el aspecto de Bernie Mac, y también tengo familiares que se parecen a Margaret Thatcher". Obama tiene siete medio hermanos de origen keniano por parte de su padre, de los cuales seis están con vida. Además, tiene una hermanastra por el lado de su madre y su segundo esposo proveniente de Indonesia, llamada Maya Soetoro-Ng. Soetoro-Ng está casada con un chino canadiense. Su abuela Madelyn Dunham, originaria de Kansas, le sobrevivió a su madre hasta su muerte el 2 de noviembre de 2008, justo antes de las elecciones presidenciales.} En el libro autobiográfico titulado Los sueños de mi padre (En inglés, Dreams from My Father), vinculó su historia familiar por el lado materno a posibles lazos con ancestros amerindios, y estableció la posibilidad de ser un pariente lejano de Jefferson Davis, presidente de la confederación sureña durante la Guerra Civil estadounidense.

Una de sus aficiones es el baloncesto, siendo en el pasado miembro del equipo de su escuela secundaria en dicho deporte. Antes de que anunciase su candidatura presidencial, inició una campaña altamente publicitada para dejar de fumar. En una entrevista con el periódico Chicago Tribune manifestó: "He renunciado periódicamente durante estos últimos años. Tengo una estricta petición por parte de mi esposa que establece que en los momentos estresantes de la campaña no sucumba".

En su libro, La audacia de la esperanza: Reflexiones sobre cómo restaurar el sueño americano (En inglés, The Audacity of Hope: Thoughts on Reclaiming the American Dream), explicó que "no fue criado en un hogar religioso". Además, describió que su madre fue criada por padres no religiosos, y especificó que eran metodistas y baptistas no practicantes distanciados de la religión; sin embargo, manifestó que su progenitora era "en muchas formas la persona espiritualmente más consciente que ha conocido". A su vez, indicó que su padre keniano fue criado dentro de la fe islámica, pero que "confirmó ser un ateo" cuando conoció a su madre, y dijo que su padrastro indonesio era un hombre "que veía la religión como algo particularmente inútil". En el libro también explicó que a través de su trabajo como organizador comunitario cuando contaba con alrededor de veinte años de edad y su colaboración con las iglesias de las minorías de raza negra, logró comprender el poder de la tradición religiosa afroamericana para estimular el cambio social.


Los antecedentes familiares de Obama, sus primeros años de vida, su crianza y educación, contrastan profundamente con los antecedentes biográficos de otros políticos afroamericanos que iniciaron sus carreras en los años 1960 a través de la participación en el movimiento por los derechos civiles. Durante una reunión con la Asociación de periodistas negros (en inglés, National Association of Black Journalists) efectuada en agosto de 2007, dijo que le causaba perplejidad las preguntas sobre si es "suficientemente negro" y expresó que el debate no es sobre su apariencia física o su registro de ayuda en problemas que conciernen a los votantes negros sino que todavía estamos encerrados en ese concepto de que si agradamos a los blancos algo debe de estar mal.

En diciembre de 2006, el periódico Wall Street Journal tuvo como titular El hombre de ningún lado (en inglés, The man from Nowhere), donde Peggy Noonan, la escritora de los discursos de Ronald Reagan aconsejó a los comentaristas del Establishment (un término peyorativo relativo a la clase dirigente) que evitasen emocionarse de la todavía temprana carrera política de Obama. Haciendo eco del discurso inaugural de John F. Kennedy, Obama reconoció su imagen juvenil, y señaló durante su campaña en octubre de 2007: No estaría aquí, si el tiempo y la antorcha no hubiesen sido otorgadas a una nueva generación.


Una parte importante de la imagen política de Obama es la creencia de que su retórica y sus acciones hacia la reforma política coinciden con su inteligencia política, la cual frecuentemente incluye una medida de conveniencia. En julio de 2008, el artículo de la revista estadounidense The New Yorker, escrito por el periodista político Ryan Lizza, estableció: Obama hace una campaña a favor de reformar un proceso político fracturado, sin embargo siempre ha desempeñado la política siguiendo las reglas existentes, y no como quisiera que existiesen.

Muchos comentaristas políticos mencionaron el atractivo internacional de Obama como un factor determinante para su imagen pública. No sólo varios sondeos han demostrado el fuerte apoyo hacia él en otros países, sino que Obama también estableció relaciones cercanas con destacados políticos extranjeros y funcionarios gubernamentales incluso antes de que presentase su candidatura presidencial. En particular con el entonces primer ministro del Reino Unido Tony Blair, a quien conoció durante su visita a Londres en el 2005,[244] también con el líder del partido democrático italiano Walter Veltroni, quien visitó en el 2005 a Obama en la oficina del Senado,y el jefe de Estado de Francia Nicolas Sarkozy, quien a su vez lo visitó en el 2006 en Washington.[246] En diciembre de 2008, la revista noticiosa estadounidense Time eligió a Barack Obama como el personaje del año debido a su histórica candidatura y elección, la cual fue referida en la publicación como "La marcha segura de los aparentes logros imposibles".


El 9 de octubre de 2009, el líder del Comité Nobel Thorbjørn Jagland anunció que el Premio Nobel de la Paz había sido otorgado al presidente Barack Obama «por sus esfuerzos para fortalecer la diplomacia internacional y la cooperación entre los pueblos» destacándose por su «visión de un mundo sin armas nucleares».[248] Obama fue uno de los 205 nominados, y ganó una medalla de oro, un diploma y 1,4 millones de dólares. El 10 de diciembre de dicho año, asistió a la ceremonia de entrega del premio Nobel de la Paz celebrada en Oslo, donde aceptó su galardón y manifestó «profunda gratitud y gran humildad».

Obama es el tercer presidente de los Estados Unidos a quien se le otorga el Premio Nobel de la Paz durante su mandato, los otros dos ganadores fueron Theodore Roosevelt quien obtuvo el galardón en 1906 y Woodrow Wilson quien ganó en 1919. Otros ganadores del Premio Nobel de la Paz fueron el ex presidente Jimmy Carter en el 2002, el ex vicepresidente Charles Dawes en 1925, y el ex vicepresidente Al Gore, quien compartió el galardón en el 2007 con el Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) de las Naciones Unidas.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Luis XIV de Francia

Luis XIV de Francia (francés: Louis XIV), llamado "El Rey Sol" (francés: Le Roi Soleil) o "Luis el Grande" (Saint-Germain en Laye, Francia, 5 de septiembre de 1638 – Versalles, Francia, 1 de septiembre de 1715), fue rey de Francia y de Navarra[1] desde el 14 de mayo de 1643 hasta su muerte, con casi 77 años de edad y 72 de reinado, copríncipe de Andorra (1643-1715) y conde de Barcelona (1643-52) como Luis II.

Luis XIV fue el primogénito y sucesor de Luis XIII y de Ana de Austria (hija del rey Felipe III de España). Incrementó el poder y la influencia francesa en Europa, combatiendo en tres grandes guerras: la Guerra de Holanda, la Guerra de los Nueve Años y la Guerra de Sucesión Española. Bajo su mandato, Francia no sólo consiguió el poder político y militar, sino también el dominio cultural con personajes como Molière, Racine, Boileau, La Fontaine, Lully, Rigaud, Le Brun y Le Nôtre. Estos logros culturales contribuyeron al prestigio de Francia, su pueblo, su lengua y su rey. Luis XIV, uno de los más destacados reyes de la historia francesa, consiguió crear un régimen absolutista y centralizado, hasta el punto que su reinado es considerado el prototipo de la monarquía absoluta en Europa. La frase «L'État, c'est moi» («El Estado soy yo») se le atribuye frecuentemente, aunque está considerada por los historiadores como una imprecisión histórica (si se hace caso de las fechas, Luis tendría 1 mes de vida cuando lo dijo), ya que es más probable que dicha frase fuera forjada por sus enemigos políticos para resaltar la visión estereotipada del absolutismo político que Luis representaba, probablemente surgiendo de la cita "El bien del estado constituye la Gloria del Rey", sacadas de sus Reflexiones. En contraposición a esa cita apócrifa, Luis XIV dijo antes de morir: «Je m'en vais, mais l'État demeurera toujours» («Me marcho, pero el Estado siempre permanecerá»).





El nacimiento de Luis XIV en el año 1638 fue recibido como un don divino por sus padres: Luis XIII y Ana de Austria, los cuales no habían conseguido engendrar un heredero en veintitrés años. Luis XIV provenía de un ambiente multicultural ya que sus abuelos paternos, Enrique IV de Francia y María de Médicis, eran navarro e italiana respectivamente y sus abuelos maternos, Felipe III de España y Margarita de Austria, eran Habsburgos, él español y ella austriaca.

Luis XIII y Ana tuvieron a su segundo hijo, Felipe d'Anjou, que posteriormente sería Felipe I, Duque de Orleans, en el año 1640.

Luis XIII no se fiaba de la habilidad de su esposa para gobernar Francia tras su muerte, por lo que decretó que un consejo regente gobernase en nombre de su hijo durante su minoría de edad, para reducir así el poder de la Reina Madre durante la regencia. No obstante, tras la muerte de Luis XIII y tras la ascensión al trono, con cinco años, de Luis XIV el 14 de mayo de 1643, Ana anuló el testamento de Luis XIII en el Parlamento, rompió con el consejo y quedó como única regente. Durante su regencia, confió el poder a su primer ministro, el italiano Cardenal Mazarino, al que la mayoría de los círculos políticos franceses despreciaban por su origen no francés.

Al finalizar la Guerra de los Treinta Años, en el año 1648, comenzó una guerra civil francesa conocida como la Fronda. Mazarino continuó con las políticas de centralización emprendidas por su predecesor, Richelieu, aumentando así el poder real a expensas de la nobleza. En 1648, intentó imponer un impuesto a los miembros del Parlamento, el cual estaba constituido, principalmente, por miembros de la nobleza y altos cargos eclesiásticos. Los miembros del Parlamento no sólo rechazaron el impuesto, sino que también ordenaron la quema de todos los edictos financieros de Mazarino. En una ocasión en que el cardenal ordenó arrestar a algunos miembros del Parlamento, París estalló en insurrección. Un grupo de parisinos molestos irrumpió en el palacio real demandando ver al rey. Tras ser conducidos a la alcoba real, se quedaron mirando a Luis XIV, el cual se estaba haciendo el dormido, y se marcharon tranquilamente. Debido al peligro que corría la familia real y la monarquía, Ana huyó de París con el rey y sus cortesanos. Poco tiempo después, la firma de la Paz de Westfalia permitió al ejército francés volver a ayudar a Luis XIV y su corte real. Ya en enero de 1649 comenzó el asedio de la rebelde París. La subsecuente Paz de Rueil acabó con el conflicto, por lo menos temporalmente.

La segunda Fronda comenzó cuando la primera Fronda (Fronde Parlementaire) finalizó, en 1650. Nobles de todo rango, desde princesas de Sangre Real y primos del rey, como Gastón, duque de Orleans, su hija, Ana María Luisa de Orleans y Montpensier, Luis II de Borbón-Condé y Armando de Borbón-Conti, a nobles de largo linaje como François VI, Duque de La Rochefoucauld, Frédéric Maurice de La Tour d'Auvergne, su hermano, Turenne y Marie de Rohan-Montbazon, incluso nobles de descendencia real legítima como Enrique II de Orleans y Francisco de Vendôme, participaron en la rebelión contra el poder real. Incluso el clero tenía representación en la rebelión en la persona de Jean-François Paul de Gondi. Como resultado a estos días tumultuosos, en los que se dice que la Reina Madre tuvo que vender sus joyas para alimentar a sus hijos, Luis XIV desarrolló una gran desconfianza hacia la nobleza.


Mientras, la guerra con España continuaba. Los franceses recibieron apoyo militar de Inglaterra, dirigida por Oliver Cromwell. La alianza anglo-francesa venció a los españoles en la batalla de las Dunas de 1658. El resultado de la guerra fue el Tratado de los Pirineos que fijó la frontera entre España y Francia en los Pirineos, cediendo España varias provincias y ciudades a Francia en los Países Bajos españoles y en el Rosellón. Este tratado cambió la balanza de poder, Luis XIV contrajo matrimonio con la hija de Felipe IV de España: María Teresa de Austria. El matrimonio se celebró el 9 de junio de 1660.


Tras la muerte de Felipe IV de España, tío y suegro de Luis XIV, en 1665, su hijo (de su segunda esposa) ascendió al trono como Carlos II de España. Luis XIV reclamó el territorio de Brabante, en los Países Bajos, gobernados hasta entonces por el rey de España, que debían ser devueltos a su esposa, María Teresa, hermanastra mayor de Carlos II (hija del primer matrimonio del padre de ambos). Luis argumentó que las costumbres de Brabante no permitían que un hijo sufriera prejuicios por las consecuencias de que su padre volviera a casarse, por lo que tenía prioridad sobre los hijos de los siguientes matrimonios a la hora de heredar. Estas reclamaciones darían pie a la Guerra de Devolución de 1667, en la cual Luis participó personalmente.

Los intereses de Luis en los Países Bajos se beneficiaron de los problemas internos de la República de los Siete Países Bajos Unidos. El político más importante del momento en las Provincias Unidas, Johan de Witt, temía que el joven Guillermo III, Príncipe de Orange, se hiciese con el poder en las Provincias Unidas. De Witt pensaba que una guerra naval contra Francia podía ser llevadera, no así una guerra terrestre, que permitiría la intervención de Guillermo III, dejándole con el poder. Así, con las Provincias Unidas divididas en un conflicto interno entre los seguidores de De Witt y los de Guillermo de Orange, junto a las refriegas entre ingleses y holandeses, Francia no tuvo ninguna dificultad en conquistar Flandes y el Franco Condado. Impactados por la velocidad del triunfo francés, las Provincias Unidas se unieron a Inglaterra y Suecia en una Triple Alianza el año 1668. La formación de la Triple Alianza ponía a Luis XIV ante el problema de verse envuelto en una guerra de mayores dimensiones, por lo que aceptó firmar la paz en el Tratado de Aquisgrán, por el cual Francia se quedaba con el control de Flandes, pero devolvía el Franco Condado a España.

La Triple Alianza no duró mucho. En 1670, Carlos II de Inglaterra, atraído por sobornos franceses, firmó en secreto el Tratado de Dover, convirtiéndose en aliado francés. Ambos reinos declararon la guerra a las Provincias Unidas en 1672. La rápida invasión y ocupación de la práctica totalidad de los Países Bajos, salvo Ámsterdam, provocó un golpe de estado contra De Witt, lo que permitió a Guillermo III hacerse con el poder. Guillermo III se alió con España y el Sacro Imperio, y, tras dos años de lucha en 1674, firmó un tratado de paz con Inglaterra forzando a los ingleses a retirarse de los Países Bajos. Guillermo incluso llegó a casarse con María II de Inglaterra, sobrina de Carlos II de Inglaterra. Sin embargo, y a pesar de estos movimientos diplomáticos, la guerra continuó con grandes victorias francesas sobre las fuerzas de la coalición oponente. No obstante, las naciones implicadas, extenuadas por la guerra, comenzaron a negociar una paz, finalizando en 1678 con la Paz de Nimega. En dicho tratado, y a pesar de que devolvió todo el territorio holandés capturado, Luis XIV ganó la posesión de más ciudades y retuvo el Franco Condado, que había sido invadido en pocas semanas.

El Tratado de Nimega incrementó todavía más la influencia francesa en Europa, pero no satisfizo a Luis XIV. El rey despidió a su ministro de asuntos exteriores, Simon Arnauld de Pomponne, el año 1679, porque consideraba su actitud demasiado comprometida con los aliados. Luis XIV continuó agrandando su ejército, aunque en vez de conseguir sus reclamaciones territoriales por las armas, usó juicios. Debido a las redacciones ambiguas de los tratados de la época, Luis consiguió reclamar que los territorios que se le habían cedido en los tratados firmados previamente debían cederse junto a las dependencias y tierras que habían pertenecido a esos territorios formalmente. La anexión de estos territorios tenía el objetivo de proporcionar a Francia una frontera más defendible. Luis también deseaba la ciudad de Estrasburgo, un emplazamiento estratégico importante. Estrasburgo estaba emplazado en Alsacia, territorio que no se le había cedido a Luis en la Paz de Westfalia. Sin embargo, Luis XIV lo ocuparía en 1681, usando pretextos legales.


En la década de 1680 el poder francés sobre Europa, bajo el mandato de Luis XIV, había aumentado enormemente. La gestión económica de uno de los ministros más famosos de Luis, Jean-Baptiste Colbert, muerto en 1683, produjo un gran cambio en la tesorería real; los ingresos de la corona se triplicaron bajo su supervisión. Los príncipes europeos comenzaron a imitar el modelo francés en todos sus aspectos. Las colonias francesas en el extranjero se multiplicaron, tanto en América como en África y Asia, iniciándose relaciones diplomáticas con naciones como Siam y Persia. Por ejemplo, el explorador René Robert Cavelier de La Salle reclamó para Francia, en 1682, la cuenca del río Misisipi, nombrándola Luisiana en honor de Luis XIV. Incluso los jesuítas franceses tenían presencia en la corte Manchú en China.

En un intento de aumentar más su dominio en Europa, Luis XIV reforzó el galicanismo, una doctrina que limitaba el poder papal en Francia. Además, Luis XIV tomó medidas para disminuir la influencia y el poder de la nobleza y el clero. Estas medidas incluían mantener el control sobre el segundo estado (la nobleza), usando la táctica de mantener a la alta nobleza en corte del palacio de Versalles, consiguiendo así que los nobles se quedaran la mayoría del año bajo la vigilancia de Luis XIV, y no en sus territorios, donde podían planear rebeliones e insurrecciones. Además, manteniéndose cerca del rey era la única forma posible para poder ganar favores reales como pensiones y privilegios necesarios para su posición social. Luis divertía a estos visitantes permanentes con fiestas extravagantes y otras distracciones, hecho que contribuía notablemente al control real sobre una nobleza poco disciplinada.

En el apartado de disminuir la influencia nobiliaria, Luis siguió el trabajo emprendido por los Cardenales Richelieu y Mazarino. Luis, tras sacar experiencias de la Fronda, creía que la única manera de mantener su poder era colocar plebeyos o, por lo menos, miembros de la nueva aristocracia en los cargos importantes. Dicha política se basaba en el hecho de que Luis podía reducir un plebeyo que tuviera gran influencia por su cargo a una nadería tan sólo con despedirle, cosa que no podía hacer con la influencia de un gran noble. Por ello, Luis dedicó a toda la gran aristocracia a la posición de cortesanos, a la vez que nombraba ministros a plebeyos y nuevos aristócratas. Como cortesanos, el poder de la nobleza disminuyó notablemente. Esa falta de poder se ve reflejado en la ausencia de rebeliones, como la Fronda, tras Luis XIV. De hecho, esta victoria de la corona sobre la nobleza aseguró que no hubiera ninguna guerra civil importante en Francia, hasta la Revolución y la Era Napoleónica.


Luis XIV convirtió el Palacio de Versalles, originalmente un refugio de caza construido por su padre, en un espectacular palacio real. El 6 de mayo de 1682 se mudó allí oficialmente con toda su corte. Luis tenía varias razones para crear un palacio de tanta opulencia extravagante y para cambiar allí la residencia de la monarquía. La afirmación, sin embargo, de que odiaba París es imprecisa porque Luis no dejó de embellecer su capital con monumentos, mientras la mejoraba y desarrollaba. Versalles cumplía como el sitio deslumbrante y sobrecogedor para los asuntos de estado y para recibir a los mandatarios extranjeros, donde la atención no se dividía entre la capital y la gente, sino que recaía totalmente sobre el rey. La vida de la corte se centraba en la grandeza. Los cortesanos se rodeaban de vidas lujosas, vestidos con gran magnificencia, siempre asistiendo a cenas, representaciones, celebraciones, etc. De hecho, muchos nobles se vieron obligados a dejar toda su influencia o a depender totalmente de los subsidios y subvenciones reales para poder mantener el costoso estilo de vida versallesco. Esta situación hizo que los nobles dejaran de intentar retomar poder, que podría resultar en potenciales problemas para la corona, centrándose sin embargo en competir por ser invitados a cenar en la mesa del rey o el privilegio de poder llevar una vela cuando el rey se retiraba a sus habitaciones.



A continuación, Luis XIV intentó incrementar su control sobre la Iglesia. Convocó una asamblea del Clero (Assemblée du Clergé) en noviembre de 1681. Tras su disolución en junio de 1682, la asamblea había aceptado la Declaración del Clero Francés. El poder real se incrementó, en detrimento del poder papal. Entre otras medidas, el Papa no podía enviar legados papales sin el consentimiento de Luis; dichos legados, además, sólo podían ejercer su cometido tras otra aprobación una vez habían entrado en Francia. Los obispos no podían abandonar el país sin aprobación real; ningún agente gubernamental podía ser excomulgado por sus actos en misión oficial; y no se podía apelar al Papa sin la aprobación del rey. El rey obtuvo el poder de promulgar leyes eclesiásticas y todas las reglas papales eran inválidas en territorio francés sin el consentimiento real. La Declaración, sin embargo, no fue aceptada por el Papa, por razones claramente obvias.

La esposa de Luis XIV, María Teresa, murió el año 1683. Luis no se mantuvo fiel a ella por mucho tiempo tras su matrimonio de 1660: sus varias amantes incluían a Luisa de La Vallière, Françoise Athénaïs de Rochechouart de Mortemart, Madame de Montespan, y a María Angélica de Fontanges. Sin embargo, se mantuvo más fiel en su segundo matrimonio, con Madame de Maintenon. El matrimonio morganático entre Luis XIV y Madame de Maintenon tuvo lugar, probablemente, a finales de 1685.

Madame de Maintenon, antes protestante, se había convertido al catolicismo. Antes se creía que, además, había participado muy activamente en la persecución de los protestantes, y que instó a Luis XIV a revocar el Edicto de Nantes, el cual proporcionaba algo de libertad religiosa a los Hugonotes (los miembros de la protestante Iglesia Reformada). Sin embargo, está implicación de Madame de Maintenon se cuestiona actualmente. El mismo Luis XIV estaba de acuerdo con el plan, puesto que, como el resto de Europa, católica o protestante, creía que para mantener la unidad nacional, debía antes conseguir la unidad religiosa; en su caso una unidad bajo el catolicismo. Esta idea estaba definida en el principio «Cuius regio, eius religio», política religiosa en vigencia desde su establecimiento en la Paz de Augsburgo de 1555. De hecho, ya había comenzado la persecución de los hugonotes.

Luis continuó el proceso de unificación religiosa publicando un edicto en marzo de 1685, que estipulaba la expulsión de los judíos de las colonias francesas. También se prohibió la práctica de cualquier religión, excepto del catolicismo. En octubre de 1685, Luis promulgó el Edicto de Fontainebleau, que revocaba el anterior edicto de Nantes, bajo el pretexto de que la extinción casi total del protestantismo en Francia hacía innecesario un edicto que les concediera privilegios. El nuevo edicto contemplaba que cualquier clérigo protestante que no se convirtiera al catolicismo fuese desterrado; las escuelas e instituciones protestantes fueron prohibidas; los hijos de familias protestantes debían ser bautizados por un sacerdote católico; y los sitios de culto protestantes fueron demolidos. El edicto descartaba el ejercicio público de la religión, pero no el creer en ella. De hecho, el edicto decía: «las personas de la Pretendida Religión Reformada podrán, hasta que guste a Dios alumbrarlos como a los demás, (...) continuar su comercio y disfrutar de sus bienes sin que se les pueda molestar o impedir con el pretexto de dicha R.P.R., bajo la condición de que no se dediquen al ejercicio de dicha religión, ni se reunan bajo el pretexto de rezar o tener servicios religiosos».[3] Esta frase contenida en el último artículo del edicto nunca fue aplicada; es más, ya desde 1681 se había puesto en práctica una campaña de conversiones forzadas al catolicismo mediante el método de las dragonadas. Aunque el Edicto prohibía formalmente la posibilidad de que los hugonotes abandonaran Francia, cerca de 200.000 huyeron clandestinamente hacia Inglaterra, los Países Bajos, Alemania y Estados Unidos. Este hecho fue dañino para los intereses económicos de Francia lo que llevó a algunos personajes como Vauban, uno de los generales de Luis más influyentes, a condenar la medida públicamente, aunque, en general, su proclamación fue muy bien recibida.

Hacia 1685, Luis XIV se encontraba en el apogeo de su reinado. Uno de los principales rivales de Francia, el Sacro Imperio Romano Germánico, fue desmembrado mientras luchaba contra en Imperio otomano en la Guerra austro-turca. El Gran Visir Otomano llegó casi a tomar Viena, pero en el último momento el rey Juan III Sobieski con un ejército de fuerzas polacas, alemanas y austríacas consiguió la victoria en la Batalla de Viena, en 1683. Mientras, Luis XIV, gracias a la Tregua de Ratisbona, se anexionaba varios territorios, incluido Luxemburgo. Tras repeler el ataque otomano en Viena, el Sacro Imperio dejó de estar amenazado por los turcos; sin embargo el Emperador nunca intentó recuperar los territorios ocupados por Luis XIV.


La revocación del Edicto de Nantes tuvo grandes consecuencias políticas y diplomáticas, principalmente en los países protestantes, en los cuales dicha revocación contribuyó a crear un creciente sentimiento antifrancés. En 1686, dirigentes tanto católicos como protestantes fundaron la Liga de Augsburgo, ostensiblemente un pacto defensivo para proteger la zona del Rin, pero que era realidad una alianza ofensiva contra Francia. La alianza incluía entre sus miembros al Emperador del Sacro Imperio y varios de los gobernantes de los estados alemanes que formaban parte del Imperio, principalmente el Palatinado, Baviera y Brandeburgo. Las Provincias Unidas, España y Suecia también se unieron a la Liga.

Luis XIV mandó sus tropas al Palatinado en 1688, debido a que el ultimátum que propuso a los príncipes germánicos, por el cual estos debían ratificar la Tregua de Ratisbona (confirmando así la posesión de Luis de los territorios anexionados en esa tregua) así como reconocer públicamente el derecho de las reclamaciones de su cuñada, expiró. Aparentemente, el ejército de Luis tenía como órdenes apoyar militarmente las reclamaciones territoriales de la cuñada de Luis, Elizabeth Charlotte duquesa de Orleans, en el Palatinado. Sin embargo, la invasión tenía el propósito real de presionar al Palatinado para que abandonara la Liga, consiguiendo así debilitarla.

Las acciones francesas unieron a los príncipes en el bando del Emperador. Luis esperaba que Inglaterra, gobernada por el rey católico Jacobo II, se mantendría neutral en el conflicto, pero la Revolución Gloriosa inglesa acabó con Jacobo, que fue reemplazado en el trono por su hija María II, que gobernaba junto a su marido Guillermo III (el Príncipe de Orange). Debido a la enemistad que surgió entre Luis y Guillermo en la guerra en Holanda, este decidió unirse a la Liga, la cual se conocería a partir de ese momento con el nombre de Gran Alianza.

Las campañas de la que sería conocida como Guerra de los Nueve Años (1688–1697) fueron dominadas, en general, por las tropas francesas. Las fuerzas Imperiales resultaron poco efectivas, pues el grueso del ejército imperial seguía enfrentándose al Imperio otomano. Rápidamente Francia consiguió una gran cantidad de victorias desde Flandes en el norte hasta el valle del Rin en el este e Italia y España en el sur. Mientras, Luis XIV apoyó a Jacobo II en su intento de recuperar el trono británico, pero el estuardo no tuvo éxito. Este hecho hizo que la Inglaterra de Guillermo pudiera entrar con más fuerza en el conflicto continental. No obstante, a pesar del tamaño de la coalición oponente, los franceses aplastaron al ejército aliado en la Batalla de Fleurus, así como en la Batalla de Steenkerque (1692) y en la Batalla de Neerwinden (1693). Bajo la supervisión personal del rey, las tropas francesas capturaron Mons en 1691 y la inexpugnable, hasta el momento, fortaleza de Namur, el año 1692. La victoria naval francesa en la Batalla de Beachy Head en 1690 fue, sin embargo, contrarrestada por la victoria angloholandesa en la Batalla de La Hogue en 1692. La guerra duró todavía cuatro años más, hasta que el Duque de Saboya firmó un acuerdo de paz, aliándose así con los franceses el año 1696, reforzando los ejércitos franceses y facilitanto la captura de Milán y Barcelona.

La Guerra de los Nueve Años finalizó en 1697 con el Tratado de Ryswick. Luis XIV devolvió Luxemburgo y otros territorios de los que se había apoderado en la guerra holandesa de 1679, pero conservó Estrasburgo. También adquirió la posesión de jure de su, hasta entonces de facto, posesión de Haití así como la devolución de los territorios de Pondicherry y Acadia. Luis, por otra parte, tuvo que reconocer el reinado de Guillermo III y María II como soberanos de Gran Bretaña e Irlanda, por lo que estos últimos se aseguraron que nunca más volvería a apoyar a Jacobo II; de igual modo renunció a sus reclamaciones sobre el Palatinado. España recuperó Cataluña y otros territorios perdidos, tanto en la Guerra de los Nueve Años como en otras anteriores, en los Países Bajos. Luis también devolvió en este tratado la Lorena a su duque, pero bajo la condición de permitir la libre circulación francesa en el territorio. Los términos generosos del tratado fueron interpretados como una concesión para favorecer un sentimiento pro-francés en España, lo que, eventualmente, llevaría a Carlos II, rey de España a designar a Felipe, Duque de Anjou (nieto de Luis) como su sucesor.

El problema de la sucesión al trono español dominó la situación europea tras la Paz de Ryswick. El rey español, Carlos II, apodado El Hechizado, estaba muy enfermo y no podía tener descendencia. La herencia de la corona española era cuantiosa, ya que Carlos II no sólo era rey de España, sino también de Nápoles, Sicilia, Milán, los Países Bajos Españoles y un gran imperio colonial. En total, veintidós dominios distintos.

Francia y Austria eran los principales candidatos al trono, puesto que ambos tenían lazos familiares con la familia real española. Felipe, Duque de Anjou (que sería Felipe V de España), el pretendiente francés, era el bisnieto de la hija mayor de Felipe III de España, Ana de Austria, y el nieto de la hija mayor de Felipe IV de España, María Teresa de Austria. La única pega para sus aspiraciones a la sucesión era su renuncia al trono, la cual en el caso de María Teresa, sin embargo, no era efectiva puesto que España no había cumplido su parte del tratado. Por otro lado, Carlos, Archiduque de Austria y más tarde Emperador, hijo menor de Leopoldo I, fruto del tercer matrimonio de éste con Leonor del Palatinado, reclamaba el trono español por su abuela paterna, que era la hija menor de Felipe III; esta pretensión, al contrario de la francesa, no estaba condicionada por ninguna renuncia previa. Sin embargo, y usando las reglas de sucesión, la posición francesa era superior, puesto que su pretendiente descendía de la hija mayor.

Algunas potencias europeas temían la posibilidad de que tanto Francia como el Sacro Imperio se hicieran con el control de España, lo que deterioraría el equilibrio de poder en Europa. Por ello, Guillermo III, rey de Gran Bretaña e Irlanda, prefería a otro candidato, el Príncipe Bávaro José Fernando de Baviera, nieto de Leopoldo I y la primera esposa de éste: Margarita Teresa de España, hija pequeña de Felipe IV. En los términos del Primer Tratado de Partición, firmado en La Haya en 1698, en plena guerra de los Nueve Años, por Inglaterra y Francia para evitar una alianza hispano-alemana, se estipulaba que José Fernando heredaría España, incluyendo los territorios italianos, mientras que los Países Bajos se repartirían entre las Casas de Francia y de Austria. España, sin embargo, no había sido consultada y rechazaba frontalmente la partición del Imperio español. La corte española insistía en la necesidad de mantener la integridad del Imperio. Por ello, cuando el tratado llegó a oídos de Carlos II, éste declaró a José Fernando como su único heredero, legándole toda la herencia en solitario.

El problema resurgió seis meses después, cuando el príncipe José Fernando murió de viruela. La corte española insistía en su posición de mantener todo el territorio español gobernado bajo sólo un mando, lo que sólo dejaba las posibilidades de dejar dicho mando a Francia o a Austria. Carlos II, presionado por su esposa alemana, eligió la casa austríaca, eligiendo como heredero al Archiduque Carlos. Ignorantes de la decisión de Carlos II, Luis XIV y Guillermo III firmaron un segundo tratado, que dejaba al Archiduque con España, los Países Bajos y las colonias, mientras que el hijo mayor (y heredero) de Luis, Luis Gran Delfín heredaría los territorios italianos, en previsión de intercambiarlos posteriormente por Saboya o la Lorena.

En 1700, agonizando en su lecho de muerte, Carlos II cambió las disposiciones sucesorias inesperadamente. Debido al Tratado de Ryswick, la opinión española se había vuelto más francófila, y Carlos II, basado en las experiencias previas que demostraban la superioridad militar francesa, pensó que Francia estaba más capacitada para mantener la unidad del imperio. La herencia española le fue ofrecida en su totalidad a Felipe Duque de Anjou, hijo menor del Delfín. La oferta incluía una cláusula por la cual Felipe debía renunciar a su posición en la línea sucesoria francesa.

Esta oferta dejaba a Luis XIV ante una difícil decisión: por un lado podía aceptar todo el Imperio español, traicionando así los Tratados de Partición que previamente había firmado con Guillermo III, o podía rechazar la oferta, aceptando el Segundo Tratado, dejando Europa en un estado de paz. Luis XIV había asegurado a Guillermo III que cumpliría los términos del Tratado y partiría los dominios españoles. Sin embargo, incluso aceptar sólo una parte del legado español ponía a Francia en grave peligro de entrar en guerra con el Sacro Imperio; además Guillermo III había dejado claro que no apoyaría a Luis en una guerra para obtener los territorios estipulados en el Tratado de Partición. Luis XIV, sabiendo que en cualquier circunstancia la guerra era inevitable, era más provechoso aceptar la oferta sucesoria propuesta por Carlos II. Así, cuando Carlos II murió el 1 de noviembre, Felipe, Duque de Anjou, fue proclamado Felipe V, rey de España.

Los oponentes de Luis XIV aceptaron a Felipe como rey español a regañadientes. Sin embargo, éste actuó precipitadamente en 1701 cuando transfirió el asiento de negros, un permiso para vender esclavos a las colonias españolas, a Francia, movimiento que suponía un gran riesgo para el comercio inglés. Además, Luis XIV dejó de reconocer el reinado de Guillermo III tras la muerte de Jacobo II, reivindicando al hijo y heredero de éste Jacobo Francisco Estuardo (conocido como «el Viejo Pretendiente») como rey de Inglaterra e Irlanda. Más allá, Luis mandó tropas a los Países Bajos españoles para asegurar su lealtad a Felipe V y para guarnecer las fortalezas españolas, que habían estado durante un tiempo bajo control holandés como parte de la Barrera que protegía las Provincias Unidas de potenciales ataques franceses. En consecuencia, se formó una alianza entre Gran Bretaña, las Provincias Unidas, el Sacro Imperio Romano Germánico y la mayoría de estados germánicos. Baviera, Portugal y Saboya se aliaron al lado de Luis XIV y Felipe V.

La subsecuente Guerra de Sucesión Española continuó durante prácticamente el resto del reinado de Luis. Los franceses tuvieron algo de éxito, llegando casi a capturar Viena, pero la victoria de Marlborough y Eugenio de Saboya en la Batalla de Blenheim (13 de agosto de 1704) y otras derrotas como la Batalla de Ramillies y la Batalla de Oudenarde unido a la hambruna y la deuda creciente hizo que Francia tuviera que tomar una postura defensiva. Baviera fue conquistada por los aliados tras la Batalla de Blenheim, y Portugal y Saboya se pasaron rápidamente al otro bando. La guerra fue muy costosa para Luis XIV; hacia 1709, el ejército francés estaba gravemente debilitado y Luis rogaba una paz. Sin embargo, todas las negociaciones de paz quedaron en nada debido a las condiciones que imponían los aliados. Cada vez se hacía más claro que Luis no podría mantener en su órbita todos los territorios españoles, pero igualmente quedaba cada vez más claro que sus oponentes no podrían quitar a Felipe V del trono español tras las victorias francoespañolas en las batallas de Almansa y Villaviciosa.

La situación francesa empeoró con la caída de Bouchain, que dejaba a Marlborough con el camino prácticamente libre para llegar hasta París. Pero la muerte del emperador José I en 1711, hijo mayor del ya fallecido Leopoldo I, dejaba al Archiduque Carlos como posible heredero de un Imperio tan grande como el de Carlos V: el Sacro Imperio y el Imperio español bajo un mismo mando. Dicho Imperio sería tan problemático para los ingleses como lo sería el Imperio Español en órbita francesa. Esta circunstancia hizo que Gran Bretaña y Francia comenzaran unas negociaciones unilaterales de paz. Dichos acuerdos culminaron en el Tratado de Utrecht. La paz con el Sacro Imperio llegó en 1714, con el Tratado de Baden. Los puntos principales de la paz fueron los siguientes: Felipe V quedaba reconocido como rey de España y de las colonias españolas. Las posesiones españolas en los Países Bajos e Italia se dividieron entre Austria y Saboya, mientras que Gibraltar y Menorca pasaban a manos inglesas. Además, Luis XIV se comprometía a no ofrecer más apoyo al «Viejo Pretendiente» en su campaña para hacerse con el trono inglés. Aunque Francia tuvo que ceder varias colonias en las Américas a Inglaterra, la mayoría de sus posesiones continentales perdidas en la guerra le fueron devueltas, consiguiendo incluso algún territorio reclamado como el principado de Orange.


Así fue como el rey Sol llegó al final de su largo reinado estuvo marcado por los primeros síntomas de decadencia del régimen y de la corte, el declive de la hegemonía francesa en el continente, el fracaso de su política colonial y el inquietante malestar social surgido de las hambrunas que padecía el pueblo llano. Sin embargo, el monarca, llamado «vicediós» por el obispo Godeau, siguió fiel a sí mismo y confiado hasta el día de su muerte (1715) en su voluntad como único motor de la vida del reino y de sus súbditos.

Luis XIV murió el 1 de septiembre de 1715 de gangrena, pocos días antes de su septuagésimo séptimo cumpleaños y tras setenta y dos años de reinado. Su cuerpo yace en la basílica de Saint-Denis, en París. Prácticamente todos los hijos legítimos del rey murieron en la infancia. El único que llegó a la madurez, su hijo mayor Luis, el Gran Delfín murió antes que su padre, en el año 1711, dejando tres hijos. El mayor de ellos, Luis, Duque de Borgoña, murió en 1712, seguido por el hijo mayor de éste, Luis, Duque de Bretaña. Por lo tanto, el bisnieto de cinco años de Luis XIV, Luis, el Duque de Anjou, hijo pequeño del Duque de Borgoña y Delfín tras la muerte de su abuelo, su padre y su hermano mayor, fue el sucesor al trono francés, reinando como Luis XV de Francia.

Luis XIV intentó evitar la subida al trono de su sobrino Felipe II Duque de Orleans, quien al ser el pariente más cercano se convertiría en el regente del futuro Luis XV. Luis XIV prefería desviar parte de ese poder al hijo ilegítimo que tuvo con Madame de Montespan, Luis Augusto de Borbón y creó un consejo regente como el que previamente creó Luis XIII anticipándose a la minoría de edad de Luis XIV. El testamento de Luis XIV disponía que Luis Augusto sería el protector de Luis XV, superintendente de la educación del joven rey y Comandante de la Guardia Real. El Duque de Orleans, sin embargo, se aseguró la anulación del testamento en el Parlamento, sobornando a los parlamentarios con la devolución del poder que Luis XIV les había arrebatado. Luis Augusto fue despojado de su título de Prince du Sang Royal ('Príncipe de Sangre Real'), el cual se le había concedido a él y a su hermano Luis Alejandro de Borbón, y de la comandancia de la Guardia Real, pero mantuvo su puesto de superintendente, quedando Felipe II como único regente. Su hermano Luis Alejandro, sin embargo, consiguió conservar sus privilegios y títulos.
[editar] Personalidad de Luis XIV

Isabel Carlota de Baviera, conocida en la corte de Versalles como Madame, quien fuera su segunda cuñada hizo la siguiente descripción del Rey, poco después de su muerte:
Cuando el rey quería, era el hombre más agradable y amable del mundo. Sin ser perfecto, nuestro rey tenía grandes y bellas cualidades y no mereció ser tan difamado y despreciado por sus súbditos a su muerte. Mientras vivió, le adularon hasta la idolatría.
Isabel Carlota de Baviera, cuñada de Luis XIV


De su matrimonio con su primera esposa, su prima hermana María Teresa de Austria, tuvo seis hijos:

* Luis de Francia (1661–1711), Delfín de Francia; conocido como El Gran Delfín;
* Ana Isabel de Francia (18 de noviembre de 1662–30 de diciembre de 1662);
* María Ana de Francia (16 de noviembre de 1664–26 de diciembre de 1664);
* María Teresa de Francia (2 de enero de 1667–1 de marzo de 1672);
* Felipe Carlos de Francia (5 de agosto de 1668–10 de julio de 1671), Duque de Anjou;
* Luis Francisco (14 de junio de 1672–4 de noviembre de 1672).

Con Luisa de La Vallière tuvo cuatro hijos, de los cuales sólo sobrevivieron dos que serían legitimados:

* Carlos (1663–1665); no fue legitimizado;
* Felipe (1665–1666); no fue legitimizado;
* María Ana de Borbón (1666–1739), Mademoiselle de Blois, casada con Luis Armando I de Borbón-Conti, Príncipe de Conti; fue legitimizada el 14 de mayo de 1667;
* Luis de Borbón (1667–1683), conde de Vermandois; legitimizado el 20 de febrero de 1669.

Con Françoise Athénaïs de Rochechouart de Mortemart, Madame de Montespan tuvo siete hijos:

* Luisa Francisca (1669–1672);
* Luis Augusto de Borbón (1670–1736), duque de Maine;
* Luis César de Borbón (1672–1683), conde de Vexin y abad de Saint-Germain-des-Prés;
* Luisa Francisca de Borbón (1673–1743), Mademoiselle de Nantes, esposa de Luis III de Borbón-Condé, duque de Borbón y VI príncipe de Condé;
* Luisa María Ana de Borbón (1674–1681), Mademoiselle de Tours;
* Francisca María (1677–1749), la segunda Mademoiselle de Blois, que sería esposa de Felipe de Orleans, duque de Chartres y futuro Regente a la muerte de Luis XIV;
* Luis Alejandro (1678–1737), conde de Toulouse.



El reinado de Luis XIV es considerado como el más grande de la historia francesa. Luis XIV colocó a un Borbón en el trono español, hasta entonces el principal enemigo francés, acabando así con siglos de rivalidad con dicho país europeo que se remontaba a la época de Carlos I. Los Borbones se mantuvieron en el trono español durante el resto del siglo XVIII, pero a partir de 1808 fueron derrocados y restaurados varias veces. Sus guerras y extravagantes palacios llevaron a la bancarrota al estado (aunque es cierto que Francia se recuperó en sólo unos años), lo que le llevó a subir los impuestos a los campesinos, ya que la nobleza y el clero tenía exención de impuestos.

No obstante, Luis XIV colocó a Francia en una posición predominante en Europa, añadiendo al país diez nuevas provincias y un imperio. A pesar de las alianzas oponentes de varias potencias europeas, Luis continuó cosechando triunfos e incrementando el territorio, el poder y la influencia francesa. Como resultado de las victorias militares así como los logros culturales, Europa admiraría a Francia y su cultura, comida, estilo de vida, etc.; el francés se convertiría en la lingua franca para toda la élite europea, incluso hasta la lejana Rusia de los Romanov. La Europa de la Ilustración miraría al reinado de Luis como un ejemplo a imitar. Sin embargo, el Duque de Saint Simon, a quien no le gustaba Luis XIV, diría: «No había nada que le gustara más que los halagos, o, por decirlo más claro, la adulación; cuanto más basta y torpe era esa adulación, con más placer la acogía... Su vanidad era perpetuamente alimentada — incluso los predicadores acostumbraban a halagarle desde el púlpito». No obstante, incluso el alemán Leibniz, que era protestante, se referiría a él como «uno de los más grandes reyes que jamás hayan existido». Voltaire, el apóstol de la Ilustración, lo comparó con Augusto y se refirió a su reinado como «época eternamente memorable», apodando a la «Era de Luis XIV» como el «Gran Siglo» («Le Grand Siècle»).

Luis XIV de Francia

Luis XIV de Francia (francés: Louis XIV), llamado "El Rey Sol" (francés: Le Roi Soleil) o "Luis el Grande" (Saint-Germain en Laye, Francia, 5 de septiembre de 1638 – Versalles, Francia, 1 de septiembre de 1715), fue rey de Francia y de Navarra[1] desde el 14 de mayo de 1643 hasta su muerte, con casi 77 años de edad y 72 de reinado, copríncipe de Andorra (1643-1715) y conde de Barcelona (1643-52) como Luis II.

Luis XIV fue el primogénito y sucesor de Luis XIII y de Ana de Austria (hija del rey Felipe III de España). Incrementó el poder y la influencia francesa en Europa, combatiendo en tres grandes guerras: la Guerra de Holanda, la Guerra de los Nueve Años y la Guerra de Sucesión Española. Bajo su mandato, Francia no sólo consiguió el poder político y militar, sino también el dominio cultural con personajes como Molière, Racine, Boileau, La Fontaine, Lully, Rigaud, Le Brun y Le Nôtre. Estos logros culturales contribuyeron al prestigio de Francia, su pueblo, su lengua y su rey. Luis XIV, uno de los más destacados reyes de la historia francesa, consiguió crear un régimen absolutista y centralizado, hasta el punto que su reinado es considerado el prototipo de la monarquía absoluta en Europa. La frase «L'État, c'est moi» («El Estado soy yo») se le atribuye frecuentemente, aunque está considerada por los historiadores como una imprecisión histórica (si se hace caso de las fechas, Luis tendría 1 mes de vida cuando lo dijo), ya que es más probable que dicha frase fuera forjada por sus enemigos políticos para resaltar la visión estereotipada del absolutismo político que Luis representaba, probablemente surgiendo de la cita "El bien del estado constituye la Gloria del Rey", sacadas de sus Reflexiones. En contraposición a esa cita apócrifa, Luis XIV dijo antes de morir: «Je m'en vais, mais l'État demeurera toujours» («Me marcho, pero el Estado siempre permanecerá»).





El nacimiento de Luis XIV en el año 1638 fue recibido como un don divino por sus padres: Luis XIII y Ana de Austria, los cuales no habían conseguido engendrar un heredero en veintitrés años. Luis XIV provenía de un ambiente multicultural ya que sus abuelos paternos, Enrique IV de Francia y María de Médicis, eran navarro e italiana respectivamente y sus abuelos maternos, Felipe III de España y Margarita de Austria, eran Habsburgos, él español y ella austriaca.

Luis XIII y Ana tuvieron a su segundo hijo, Felipe d'Anjou, que posteriormente sería Felipe I, Duque de Orleans, en el año 1640.

Luis XIII no se fiaba de la habilidad de su esposa para gobernar Francia tras su muerte, por lo que decretó que un consejo regente gobernase en nombre de su hijo durante su minoría de edad, para reducir así el poder de la Reina Madre durante la regencia. No obstante, tras la muerte de Luis XIII y tras la ascensión al trono, con cinco años, de Luis XIV el 14 de mayo de 1643, Ana anuló el testamento de Luis XIII en el Parlamento, rompió con el consejo y quedó como única regente. Durante su regencia, confió el poder a su primer ministro, el italiano Cardenal Mazarino, al que la mayoría de los círculos políticos franceses despreciaban por su origen no francés.

Al finalizar la Guerra de los Treinta Años, en el año 1648, comenzó una guerra civil francesa conocida como la Fronda. Mazarino continuó con las políticas de centralización emprendidas por su predecesor, Richelieu, aumentando así el poder real a expensas de la nobleza. En 1648, intentó imponer un impuesto a los miembros del Parlamento, el cual estaba constituido, principalmente, por miembros de la nobleza y altos cargos eclesiásticos. Los miembros del Parlamento no sólo rechazaron el impuesto, sino que también ordenaron la quema de todos los edictos financieros de Mazarino. En una ocasión en que el cardenal ordenó arrestar a algunos miembros del Parlamento, París estalló en insurrección. Un grupo de parisinos molestos irrumpió en el palacio real demandando ver al rey. Tras ser conducidos a la alcoba real, se quedaron mirando a Luis XIV, el cual se estaba haciendo el dormido, y se marcharon tranquilamente. Debido al peligro que corría la familia real y la monarquía, Ana huyó de París con el rey y sus cortesanos. Poco tiempo después, la firma de la Paz de Westfalia permitió al ejército francés volver a ayudar a Luis XIV y su corte real. Ya en enero de 1649 comenzó el asedio de la rebelde París. La subsecuente Paz de Rueil acabó con el conflicto, por lo menos temporalmente.

La segunda Fronda comenzó cuando la primera Fronda (Fronde Parlementaire) finalizó, en 1650. Nobles de todo rango, desde princesas de Sangre Real y primos del rey, como Gastón, duque de Orleans, su hija, Ana María Luisa de Orleans y Montpensier, Luis II de Borbón-Condé y Armando de Borbón-Conti, a nobles de largo linaje como François VI, Duque de La Rochefoucauld, Frédéric Maurice de La Tour d'Auvergne, su hermano, Turenne y Marie de Rohan-Montbazon, incluso nobles de descendencia real legítima como Enrique II de Orleans y Francisco de Vendôme, participaron en la rebelión contra el poder real. Incluso el clero tenía representación en la rebelión en la persona de Jean-François Paul de Gondi. Como resultado a estos días tumultuosos, en los que se dice que la Reina Madre tuvo que vender sus joyas para alimentar a sus hijos, Luis XIV desarrolló una gran desconfianza hacia la nobleza.


Mientras, la guerra con España continuaba. Los franceses recibieron apoyo militar de Inglaterra, dirigida por Oliver Cromwell. La alianza anglo-francesa venció a los españoles en la batalla de las Dunas de 1658. El resultado de la guerra fue el Tratado de los Pirineos que fijó la frontera entre España y Francia en los Pirineos, cediendo España varias provincias y ciudades a Francia en los Países Bajos españoles y en el Rosellón. Este tratado cambió la balanza de poder, Luis XIV contrajo matrimonio con la hija de Felipe IV de España: María Teresa de Austria. El matrimonio se celebró el 9 de junio de 1660.


Tras la muerte de Felipe IV de España, tío y suegro de Luis XIV, en 1665, su hijo (de su segunda esposa) ascendió al trono como Carlos II de España. Luis XIV reclamó el territorio de Brabante, en los Países Bajos, gobernados hasta entonces por el rey de España, que debían ser devueltos a su esposa, María Teresa, hermanastra mayor de Carlos II (hija del primer matrimonio del padre de ambos). Luis argumentó que las costumbres de Brabante no permitían que un hijo sufriera prejuicios por las consecuencias de que su padre volviera a casarse, por lo que tenía prioridad sobre los hijos de los siguientes matrimonios a la hora de heredar. Estas reclamaciones darían pie a la Guerra de Devolución de 1667, en la cual Luis participó personalmente.

Los intereses de Luis en los Países Bajos se beneficiaron de los problemas internos de la República de los Siete Países Bajos Unidos. El político más importante del momento en las Provincias Unidas, Johan de Witt, temía que el joven Guillermo III, Príncipe de Orange, se hiciese con el poder en las Provincias Unidas. De Witt pensaba que una guerra naval contra Francia podía ser llevadera, no así una guerra terrestre, que permitiría la intervención de Guillermo III, dejándole con el poder. Así, con las Provincias Unidas divididas en un conflicto interno entre los seguidores de De Witt y los de Guillermo de Orange, junto a las refriegas entre ingleses y holandeses, Francia no tuvo ninguna dificultad en conquistar Flandes y el Franco Condado. Impactados por la velocidad del triunfo francés, las Provincias Unidas se unieron a Inglaterra y Suecia en una Triple Alianza el año 1668. La formación de la Triple Alianza ponía a Luis XIV ante el problema de verse envuelto en una guerra de mayores dimensiones, por lo que aceptó firmar la paz en el Tratado de Aquisgrán, por el cual Francia se quedaba con el control de Flandes, pero devolvía el Franco Condado a España.

La Triple Alianza no duró mucho. En 1670, Carlos II de Inglaterra, atraído por sobornos franceses, firmó en secreto el Tratado de Dover, convirtiéndose en aliado francés. Ambos reinos declararon la guerra a las Provincias Unidas en 1672. La rápida invasión y ocupación de la práctica totalidad de los Países Bajos, salvo Ámsterdam, provocó un golpe de estado contra De Witt, lo que permitió a Guillermo III hacerse con el poder. Guillermo III se alió con España y el Sacro Imperio, y, tras dos años de lucha en 1674, firmó un tratado de paz con Inglaterra forzando a los ingleses a retirarse de los Países Bajos. Guillermo incluso llegó a casarse con María II de Inglaterra, sobrina de Carlos II de Inglaterra. Sin embargo, y a pesar de estos movimientos diplomáticos, la guerra continuó con grandes victorias francesas sobre las fuerzas de la coalición oponente. No obstante, las naciones implicadas, extenuadas por la guerra, comenzaron a negociar una paz, finalizando en 1678 con la Paz de Nimega. En dicho tratado, y a pesar de que devolvió todo el territorio holandés capturado, Luis XIV ganó la posesión de más ciudades y retuvo el Franco Condado, que había sido invadido en pocas semanas.

El Tratado de Nimega incrementó todavía más la influencia francesa en Europa, pero no satisfizo a Luis XIV. El rey despidió a su ministro de asuntos exteriores, Simon Arnauld de Pomponne, el año 1679, porque consideraba su actitud demasiado comprometida con los aliados. Luis XIV continuó agrandando su ejército, aunque en vez de conseguir sus reclamaciones territoriales por las armas, usó juicios. Debido a las redacciones ambiguas de los tratados de la época, Luis consiguió reclamar que los territorios que se le habían cedido en los tratados firmados previamente debían cederse junto a las dependencias y tierras que habían pertenecido a esos territorios formalmente. La anexión de estos territorios tenía el objetivo de proporcionar a Francia una frontera más defendible. Luis también deseaba la ciudad de Estrasburgo, un emplazamiento estratégico importante. Estrasburgo estaba emplazado en Alsacia, territorio que no se le había cedido a Luis en la Paz de Westfalia. Sin embargo, Luis XIV lo ocuparía en 1681, usando pretextos legales.


En la década de 1680 el poder francés sobre Europa, bajo el mandato de Luis XIV, había aumentado enormemente. La gestión económica de uno de los ministros más famosos de Luis, Jean-Baptiste Colbert, muerto en 1683, produjo un gran cambio en la tesorería real; los ingresos de la corona se triplicaron bajo su supervisión. Los príncipes europeos comenzaron a imitar el modelo francés en todos sus aspectos. Las colonias francesas en el extranjero se multiplicaron, tanto en América como en África y Asia, iniciándose relaciones diplomáticas con naciones como Siam y Persia. Por ejemplo, el explorador René Robert Cavelier de La Salle reclamó para Francia, en 1682, la cuenca del río Misisipi, nombrándola Luisiana en honor de Luis XIV. Incluso los jesuítas franceses tenían presencia en la corte Manchú en China.

En un intento de aumentar más su dominio en Europa, Luis XIV reforzó el galicanismo, una doctrina que limitaba el poder papal en Francia. Además, Luis XIV tomó medidas para disminuir la influencia y el poder de la nobleza y el clero. Estas medidas incluían mantener el control sobre el segundo estado (la nobleza), usando la táctica de mantener a la alta nobleza en corte del palacio de Versalles, consiguiendo así que los nobles se quedaran la mayoría del año bajo la vigilancia de Luis XIV, y no en sus territorios, donde podían planear rebeliones e insurrecciones. Además, manteniéndose cerca del rey era la única forma posible para poder ganar favores reales como pensiones y privilegios necesarios para su posición social. Luis divertía a estos visitantes permanentes con fiestas extravagantes y otras distracciones, hecho que contribuía notablemente al control real sobre una nobleza poco disciplinada.

En el apartado de disminuir la influencia nobiliaria, Luis siguió el trabajo emprendido por los Cardenales Richelieu y Mazarino. Luis, tras sacar experiencias de la Fronda, creía que la única manera de mantener su poder era colocar plebeyos o, por lo menos, miembros de la nueva aristocracia en los cargos importantes. Dicha política se basaba en el hecho de que Luis podía reducir un plebeyo que tuviera gran influencia por su cargo a una nadería tan sólo con despedirle, cosa que no podía hacer con la influencia de un gran noble. Por ello, Luis dedicó a toda la gran aristocracia a la posición de cortesanos, a la vez que nombraba ministros a plebeyos y nuevos aristócratas. Como cortesanos, el poder de la nobleza disminuyó notablemente. Esa falta de poder se ve reflejado en la ausencia de rebeliones, como la Fronda, tras Luis XIV. De hecho, esta victoria de la corona sobre la nobleza aseguró que no hubiera ninguna guerra civil importante en Francia, hasta la Revolución y la Era Napoleónica.


Luis XIV convirtió el Palacio de Versalles, originalmente un refugio de caza construido por su padre, en un espectacular palacio real. El 6 de mayo de 1682 se mudó allí oficialmente con toda su corte. Luis tenía varias razones para crear un palacio de tanta opulencia extravagante y para cambiar allí la residencia de la monarquía. La afirmación, sin embargo, de que odiaba París es imprecisa porque Luis no dejó de embellecer su capital con monumentos, mientras la mejoraba y desarrollaba. Versalles cumplía como el sitio deslumbrante y sobrecogedor para los asuntos de estado y para recibir a los mandatarios extranjeros, donde la atención no se dividía entre la capital y la gente, sino que recaía totalmente sobre el rey. La vida de la corte se centraba en la grandeza. Los cortesanos se rodeaban de vidas lujosas, vestidos con gran magnificencia, siempre asistiendo a cenas, representaciones, celebraciones, etc. De hecho, muchos nobles se vieron obligados a dejar toda su influencia o a depender totalmente de los subsidios y subvenciones reales para poder mantener el costoso estilo de vida versallesco. Esta situación hizo que los nobles dejaran de intentar retomar poder, que podría resultar en potenciales problemas para la corona, centrándose sin embargo en competir por ser invitados a cenar en la mesa del rey o el privilegio de poder llevar una vela cuando el rey se retiraba a sus habitaciones.



A continuación, Luis XIV intentó incrementar su control sobre la Iglesia. Convocó una asamblea del Clero (Assemblée du Clergé) en noviembre de 1681. Tras su disolución en junio de 1682, la asamblea había aceptado la Declaración del Clero Francés. El poder real se incrementó, en detrimento del poder papal. Entre otras medidas, el Papa no podía enviar legados papales sin el consentimiento de Luis; dichos legados, además, sólo podían ejercer su cometido tras otra aprobación una vez habían entrado en Francia. Los obispos no podían abandonar el país sin aprobación real; ningún agente gubernamental podía ser excomulgado por sus actos en misión oficial; y no se podía apelar al Papa sin la aprobación del rey. El rey obtuvo el poder de promulgar leyes eclesiásticas y todas las reglas papales eran inválidas en territorio francés sin el consentimiento real. La Declaración, sin embargo, no fue aceptada por el Papa, por razones claramente obvias.

La esposa de Luis XIV, María Teresa, murió el año 1683. Luis no se mantuvo fiel a ella por mucho tiempo tras su matrimonio de 1660: sus varias amantes incluían a Luisa de La Vallière, Françoise Athénaïs de Rochechouart de Mortemart, Madame de Montespan, y a María Angélica de Fontanges. Sin embargo, se mantuvo más fiel en su segundo matrimonio, con Madame de Maintenon. El matrimonio morganático entre Luis XIV y Madame de Maintenon tuvo lugar, probablemente, a finales de 1685.

Madame de Maintenon, antes protestante, se había convertido al catolicismo. Antes se creía que, además, había participado muy activamente en la persecución de los protestantes, y que instó a Luis XIV a revocar el Edicto de Nantes, el cual proporcionaba algo de libertad religiosa a los Hugonotes (los miembros de la protestante Iglesia Reformada). Sin embargo, está implicación de Madame de Maintenon se cuestiona actualmente. El mismo Luis XIV estaba de acuerdo con el plan, puesto que, como el resto de Europa, católica o protestante, creía que para mantener la unidad nacional, debía antes conseguir la unidad religiosa; en su caso una unidad bajo el catolicismo. Esta idea estaba definida en el principio «Cuius regio, eius religio», política religiosa en vigencia desde su establecimiento en la Paz de Augsburgo de 1555. De hecho, ya había comenzado la persecución de los hugonotes.

Luis continuó el proceso de unificación religiosa publicando un edicto en marzo de 1685, que estipulaba la expulsión de los judíos de las colonias francesas. También se prohibió la práctica de cualquier religión, excepto del catolicismo. En octubre de 1685, Luis promulgó el Edicto de Fontainebleau, que revocaba el anterior edicto de Nantes, bajo el pretexto de que la extinción casi total del protestantismo en Francia hacía innecesario un edicto que les concediera privilegios. El nuevo edicto contemplaba que cualquier clérigo protestante que no se convirtiera al catolicismo fuese desterrado; las escuelas e instituciones protestantes fueron prohibidas; los hijos de familias protestantes debían ser bautizados por un sacerdote católico; y los sitios de culto protestantes fueron demolidos. El edicto descartaba el ejercicio público de la religión, pero no el creer en ella. De hecho, el edicto decía: «las personas de la Pretendida Religión Reformada podrán, hasta que guste a Dios alumbrarlos como a los demás, (...) continuar su comercio y disfrutar de sus bienes sin que se les pueda molestar o impedir con el pretexto de dicha R.P.R., bajo la condición de que no se dediquen al ejercicio de dicha religión, ni se reunan bajo el pretexto de rezar o tener servicios religiosos».[3] Esta frase contenida en el último artículo del edicto nunca fue aplicada; es más, ya desde 1681 se había puesto en práctica una campaña de conversiones forzadas al catolicismo mediante el método de las dragonadas. Aunque el Edicto prohibía formalmente la posibilidad de que los hugonotes abandonaran Francia, cerca de 200.000 huyeron clandestinamente hacia Inglaterra, los Países Bajos, Alemania y Estados Unidos. Este hecho fue dañino para los intereses económicos de Francia lo que llevó a algunos personajes como Vauban, uno de los generales de Luis más influyentes, a condenar la medida públicamente, aunque, en general, su proclamación fue muy bien recibida.

Hacia 1685, Luis XIV se encontraba en el apogeo de su reinado. Uno de los principales rivales de Francia, el Sacro Imperio Romano Germánico, fue desmembrado mientras luchaba contra en Imperio otomano en la Guerra austro-turca. El Gran Visir Otomano llegó casi a tomar Viena, pero en el último momento el rey Juan III Sobieski con un ejército de fuerzas polacas, alemanas y austríacas consiguió la victoria en la Batalla de Viena, en 1683. Mientras, Luis XIV, gracias a la Tregua de Ratisbona, se anexionaba varios territorios, incluido Luxemburgo. Tras repeler el ataque otomano en Viena, el Sacro Imperio dejó de estar amenazado por los turcos; sin embargo el Emperador nunca intentó recuperar los territorios ocupados por Luis XIV.


La revocación del Edicto de Nantes tuvo grandes consecuencias políticas y diplomáticas, principalmente en los países protestantes, en los cuales dicha revocación contribuyó a crear un creciente sentimiento antifrancés. En 1686, dirigentes tanto católicos como protestantes fundaron la Liga de Augsburgo, ostensiblemente un pacto defensivo para proteger la zona del Rin, pero que era realidad una alianza ofensiva contra Francia. La alianza incluía entre sus miembros al Emperador del Sacro Imperio y varios de los gobernantes de los estados alemanes que formaban parte del Imperio, principalmente el Palatinado, Baviera y Brandeburgo. Las Provincias Unidas, España y Suecia también se unieron a la Liga.

Luis XIV mandó sus tropas al Palatinado en 1688, debido a que el ultimátum que propuso a los príncipes germánicos, por el cual estos debían ratificar la Tregua de Ratisbona (confirmando así la posesión de Luis de los territorios anexionados en esa tregua) así como reconocer públicamente el derecho de las reclamaciones de su cuñada, expiró. Aparentemente, el ejército de Luis tenía como órdenes apoyar militarmente las reclamaciones territoriales de la cuñada de Luis, Elizabeth Charlotte duquesa de Orleans, en el Palatinado. Sin embargo, la invasión tenía el propósito real de presionar al Palatinado para que abandonara la Liga, consiguiendo así debilitarla.

Las acciones francesas unieron a los príncipes en el bando del Emperador. Luis esperaba que Inglaterra, gobernada por el rey católico Jacobo II, se mantendría neutral en el conflicto, pero la Revolución Gloriosa inglesa acabó con Jacobo, que fue reemplazado en el trono por su hija María II, que gobernaba junto a su marido Guillermo III (el Príncipe de Orange). Debido a la enemistad que surgió entre Luis y Guillermo en la guerra en Holanda, este decidió unirse a la Liga, la cual se conocería a partir de ese momento con el nombre de Gran Alianza.

Las campañas de la que sería conocida como Guerra de los Nueve Años (1688–1697) fueron dominadas, en general, por las tropas francesas. Las fuerzas Imperiales resultaron poco efectivas, pues el grueso del ejército imperial seguía enfrentándose al Imperio otomano. Rápidamente Francia consiguió una gran cantidad de victorias desde Flandes en el norte hasta el valle del Rin en el este e Italia y España en el sur. Mientras, Luis XIV apoyó a Jacobo II en su intento de recuperar el trono británico, pero el estuardo no tuvo éxito. Este hecho hizo que la Inglaterra de Guillermo pudiera entrar con más fuerza en el conflicto continental. No obstante, a pesar del tamaño de la coalición oponente, los franceses aplastaron al ejército aliado en la Batalla de Fleurus, así como en la Batalla de Steenkerque (1692) y en la Batalla de Neerwinden (1693). Bajo la supervisión personal del rey, las tropas francesas capturaron Mons en 1691 y la inexpugnable, hasta el momento, fortaleza de Namur, el año 1692. La victoria naval francesa en la Batalla de Beachy Head en 1690 fue, sin embargo, contrarrestada por la victoria angloholandesa en la Batalla de La Hogue en 1692. La guerra duró todavía cuatro años más, hasta que el Duque de Saboya firmó un acuerdo de paz, aliándose así con los franceses el año 1696, reforzando los ejércitos franceses y facilitanto la captura de Milán y Barcelona.

La Guerra de los Nueve Años finalizó en 1697 con el Tratado de Ryswick. Luis XIV devolvió Luxemburgo y otros territorios de los que se había apoderado en la guerra holandesa de 1679, pero conservó Estrasburgo. También adquirió la posesión de jure de su, hasta entonces de facto, posesión de Haití así como la devolución de los territorios de Pondicherry y Acadia. Luis, por otra parte, tuvo que reconocer el reinado de Guillermo III y María II como soberanos de Gran Bretaña e Irlanda, por lo que estos últimos se aseguraron que nunca más volvería a apoyar a Jacobo II; de igual modo renunció a sus reclamaciones sobre el Palatinado. España recuperó Cataluña y otros territorios perdidos, tanto en la Guerra de los Nueve Años como en otras anteriores, en los Países Bajos. Luis también devolvió en este tratado la Lorena a su duque, pero bajo la condición de permitir la libre circulación francesa en el territorio. Los términos generosos del tratado fueron interpretados como una concesión para favorecer un sentimiento pro-francés en España, lo que, eventualmente, llevaría a Carlos II, rey de España a designar a Felipe, Duque de Anjou (nieto de Luis) como su sucesor.

El problema de la sucesión al trono español dominó la situación europea tras la Paz de Ryswick. El rey español, Carlos II, apodado El Hechizado, estaba muy enfermo y no podía tener descendencia. La herencia de la corona española era cuantiosa, ya que Carlos II no sólo era rey de España, sino también de Nápoles, Sicilia, Milán, los Países Bajos Españoles y un gran imperio colonial. En total, veintidós dominios distintos.

Francia y Austria eran los principales candidatos al trono, puesto que ambos tenían lazos familiares con la familia real española. Felipe, Duque de Anjou (que sería Felipe V de España), el pretendiente francés, era el bisnieto de la hija mayor de Felipe III de España, Ana de Austria, y el nieto de la hija mayor de Felipe IV de España, María Teresa de Austria. La única pega para sus aspiraciones a la sucesión era su renuncia al trono, la cual en el caso de María Teresa, sin embargo, no era efectiva puesto que España no había cumplido su parte del tratado. Por otro lado, Carlos, Archiduque de Austria y más tarde Emperador, hijo menor de Leopoldo I, fruto del tercer matrimonio de éste con Leonor del Palatinado, reclamaba el trono español por su abuela paterna, que era la hija menor de Felipe III; esta pretensión, al contrario de la francesa, no estaba condicionada por ninguna renuncia previa. Sin embargo, y usando las reglas de sucesión, la posición francesa era superior, puesto que su pretendiente descendía de la hija mayor.

Algunas potencias europeas temían la posibilidad de que tanto Francia como el Sacro Imperio se hicieran con el control de España, lo que deterioraría el equilibrio de poder en Europa. Por ello, Guillermo III, rey de Gran Bretaña e Irlanda, prefería a otro candidato, el Príncipe Bávaro José Fernando de Baviera, nieto de Leopoldo I y la primera esposa de éste: Margarita Teresa de España, hija pequeña de Felipe IV. En los términos del Primer Tratado de Partición, firmado en La Haya en 1698, en plena guerra de los Nueve Años, por Inglaterra y Francia para evitar una alianza hispano-alemana, se estipulaba que José Fernando heredaría España, incluyendo los territorios italianos, mientras que los Países Bajos se repartirían entre las Casas de Francia y de Austria. España, sin embargo, no había sido consultada y rechazaba frontalmente la partición del Imperio español. La corte española insistía en la necesidad de mantener la integridad del Imperio. Por ello, cuando el tratado llegó a oídos de Carlos II, éste declaró a José Fernando como su único heredero, legándole toda la herencia en solitario.

El problema resurgió seis meses después, cuando el príncipe José Fernando murió de viruela. La corte española insistía en su posición de mantener todo el territorio español gobernado bajo sólo un mando, lo que sólo dejaba las posibilidades de dejar dicho mando a Francia o a Austria. Carlos II, presionado por su esposa alemana, eligió la casa austríaca, eligiendo como heredero al Archiduque Carlos. Ignorantes de la decisión de Carlos II, Luis XIV y Guillermo III firmaron un segundo tratado, que dejaba al Archiduque con España, los Países Bajos y las colonias, mientras que el hijo mayor (y heredero) de Luis, Luis Gran Delfín heredaría los territorios italianos, en previsión de intercambiarlos posteriormente por Saboya o la Lorena.

En 1700, agonizando en su lecho de muerte, Carlos II cambió las disposiciones sucesorias inesperadamente. Debido al Tratado de Ryswick, la opinión española se había vuelto más francófila, y Carlos II, basado en las experiencias previas que demostraban la superioridad militar francesa, pensó que Francia estaba más capacitada para mantener la unidad del imperio. La herencia española le fue ofrecida en su totalidad a Felipe Duque de Anjou, hijo menor del Delfín. La oferta incluía una cláusula por la cual Felipe debía renunciar a su posición en la línea sucesoria francesa.

Esta oferta dejaba a Luis XIV ante una difícil decisión: por un lado podía aceptar todo el Imperio español, traicionando así los Tratados de Partición que previamente había firmado con Guillermo III, o podía rechazar la oferta, aceptando el Segundo Tratado, dejando Europa en un estado de paz. Luis XIV había asegurado a Guillermo III que cumpliría los términos del Tratado y partiría los dominios españoles. Sin embargo, incluso aceptar sólo una parte del legado español ponía a Francia en grave peligro de entrar en guerra con el Sacro Imperio; además Guillermo III había dejado claro que no apoyaría a Luis en una guerra para obtener los territorios estipulados en el Tratado de Partición. Luis XIV, sabiendo que en cualquier circunstancia la guerra era inevitable, era más provechoso aceptar la oferta sucesoria propuesta por Carlos II. Así, cuando Carlos II murió el 1 de noviembre, Felipe, Duque de Anjou, fue proclamado Felipe V, rey de España.

Los oponentes de Luis XIV aceptaron a Felipe como rey español a regañadientes. Sin embargo, éste actuó precipitadamente en 1701 cuando transfirió el asiento de negros, un permiso para vender esclavos a las colonias españolas, a Francia, movimiento que suponía un gran riesgo para el comercio inglés. Además, Luis XIV dejó de reconocer el reinado de Guillermo III tras la muerte de Jacobo II, reivindicando al hijo y heredero de éste Jacobo Francisco Estuardo (conocido como «el Viejo Pretendiente») como rey de Inglaterra e Irlanda. Más allá, Luis mandó tropas a los Países Bajos españoles para asegurar su lealtad a Felipe V y para guarnecer las fortalezas españolas, que habían estado durante un tiempo bajo control holandés como parte de la Barrera que protegía las Provincias Unidas de potenciales ataques franceses. En consecuencia, se formó una alianza entre Gran Bretaña, las Provincias Unidas, el Sacro Imperio Romano Germánico y la mayoría de estados germánicos. Baviera, Portugal y Saboya se aliaron al lado de Luis XIV y Felipe V.

La subsecuente Guerra de Sucesión Española continuó durante prácticamente el resto del reinado de Luis. Los franceses tuvieron algo de éxito, llegando casi a capturar Viena, pero la victoria de Marlborough y Eugenio de Saboya en la Batalla de Blenheim (13 de agosto de 1704) y otras derrotas como la Batalla de Ramillies y la Batalla de Oudenarde unido a la hambruna y la deuda creciente hizo que Francia tuviera que tomar una postura defensiva. Baviera fue conquistada por los aliados tras la Batalla de Blenheim, y Portugal y Saboya se pasaron rápidamente al otro bando. La guerra fue muy costosa para Luis XIV; hacia 1709, el ejército francés estaba gravemente debilitado y Luis rogaba una paz. Sin embargo, todas las negociaciones de paz quedaron en nada debido a las condiciones que imponían los aliados. Cada vez se hacía más claro que Luis no podría mantener en su órbita todos los territorios españoles, pero igualmente quedaba cada vez más claro que sus oponentes no podrían quitar a Felipe V del trono español tras las victorias francoespañolas en las batallas de Almansa y Villaviciosa.

La situación francesa empeoró con la caída de Bouchain, que dejaba a Marlborough con el camino prácticamente libre para llegar hasta París. Pero la muerte del emperador José I en 1711, hijo mayor del ya fallecido Leopoldo I, dejaba al Archiduque Carlos como posible heredero de un Imperio tan grande como el de Carlos V: el Sacro Imperio y el Imperio español bajo un mismo mando. Dicho Imperio sería tan problemático para los ingleses como lo sería el Imperio Español en órbita francesa. Esta circunstancia hizo que Gran Bretaña y Francia comenzaran unas negociaciones unilaterales de paz. Dichos acuerdos culminaron en el Tratado de Utrecht. La paz con el Sacro Imperio llegó en 1714, con el Tratado de Baden. Los puntos principales de la paz fueron los siguientes: Felipe V quedaba reconocido como rey de España y de las colonias españolas. Las posesiones españolas en los Países Bajos e Italia se dividieron entre Austria y Saboya, mientras que Gibraltar y Menorca pasaban a manos inglesas. Además, Luis XIV se comprometía a no ofrecer más apoyo al «Viejo Pretendiente» en su campaña para hacerse con el trono inglés. Aunque Francia tuvo que ceder varias colonias en las Américas a Inglaterra, la mayoría de sus posesiones continentales perdidas en la guerra le fueron devueltas, consiguiendo incluso algún territorio reclamado como el principado de Orange.


Así fue como el rey Sol llegó al final de su largo reinado estuvo marcado por los primeros síntomas de decadencia del régimen y de la corte, el declive de la hegemonía francesa en el continente, el fracaso de su política colonial y el inquietante malestar social surgido de las hambrunas que padecía el pueblo llano. Sin embargo, el monarca, llamado «vicediós» por el obispo Godeau, siguió fiel a sí mismo y confiado hasta el día de su muerte (1715) en su voluntad como único motor de la vida del reino y de sus súbditos.

Luis XIV murió el 1 de septiembre de 1715 de gangrena, pocos días antes de su septuagésimo séptimo cumpleaños y tras setenta y dos años de reinado. Su cuerpo yace en la basílica de Saint-Denis, en París. Prácticamente todos los hijos legítimos del rey murieron en la infancia. El único que llegó a la madurez, su hijo mayor Luis, el Gran Delfín murió antes que su padre, en el año 1711, dejando tres hijos. El mayor de ellos, Luis, Duque de Borgoña, murió en 1712, seguido por el hijo mayor de éste, Luis, Duque de Bretaña. Por lo tanto, el bisnieto de cinco años de Luis XIV, Luis, el Duque de Anjou, hijo pequeño del Duque de Borgoña y Delfín tras la muerte de su abuelo, su padre y su hermano mayor, fue el sucesor al trono francés, reinando como Luis XV de Francia.

Luis XIV intentó evitar la subida al trono de su sobrino Felipe II Duque de Orleans, quien al ser el pariente más cercano se convertiría en el regente del futuro Luis XV. Luis XIV prefería desviar parte de ese poder al hijo ilegítimo que tuvo con Madame de Montespan, Luis Augusto de Borbón y creó un consejo regente como el que previamente creó Luis XIII anticipándose a la minoría de edad de Luis XIV. El testamento de Luis XIV disponía que Luis Augusto sería el protector de Luis XV, superintendente de la educación del joven rey y Comandante de la Guardia Real. El Duque de Orleans, sin embargo, se aseguró la anulación del testamento en el Parlamento, sobornando a los parlamentarios con la devolución del poder que Luis XIV les había arrebatado. Luis Augusto fue despojado de su título de Prince du Sang Royal ('Príncipe de Sangre Real'), el cual se le había concedido a él y a su hermano Luis Alejandro de Borbón, y de la comandancia de la Guardia Real, pero mantuvo su puesto de superintendente, quedando Felipe II como único regente. Su hermano Luis Alejandro, sin embargo, consiguió conservar sus privilegios y títulos.
[editar] Personalidad de Luis XIV

Isabel Carlota de Baviera, conocida en la corte de Versalles como Madame, quien fuera su segunda cuñada hizo la siguiente descripción del Rey, poco después de su muerte:
Cuando el rey quería, era el hombre más agradable y amable del mundo. Sin ser perfecto, nuestro rey tenía grandes y bellas cualidades y no mereció ser tan difamado y despreciado por sus súbditos a su muerte. Mientras vivió, le adularon hasta la idolatría.
Isabel Carlota de Baviera, cuñada de Luis XIV


De su matrimonio con su primera esposa, su prima hermana María Teresa de Austria, tuvo seis hijos:

* Luis de Francia (1661–1711), Delfín de Francia; conocido como El Gran Delfín;
* Ana Isabel de Francia (18 de noviembre de 1662–30 de diciembre de 1662);
* María Ana de Francia (16 de noviembre de 1664–26 de diciembre de 1664);
* María Teresa de Francia (2 de enero de 1667–1 de marzo de 1672);
* Felipe Carlos de Francia (5 de agosto de 1668–10 de julio de 1671), Duque de Anjou;
* Luis Francisco (14 de junio de 1672–4 de noviembre de 1672).

Con Luisa de La Vallière tuvo cuatro hijos, de los cuales sólo sobrevivieron dos que serían legitimados:

* Carlos (1663–1665); no fue legitimizado;
* Felipe (1665–1666); no fue legitimizado;
* María Ana de Borbón (1666–1739), Mademoiselle de Blois, casada con Luis Armando I de Borbón-Conti, Príncipe de Conti; fue legitimizada el 14 de mayo de 1667;
* Luis de Borbón (1667–1683), conde de Vermandois; legitimizado el 20 de febrero de 1669.

Con Françoise Athénaïs de Rochechouart de Mortemart, Madame de Montespan tuvo siete hijos:

* Luisa Francisca (1669–1672);
* Luis Augusto de Borbón (1670–1736), duque de Maine;
* Luis César de Borbón (1672–1683), conde de Vexin y abad de Saint-Germain-des-Prés;
* Luisa Francisca de Borbón (1673–1743), Mademoiselle de Nantes, esposa de Luis III de Borbón-Condé, duque de Borbón y VI príncipe de Condé;
* Luisa María Ana de Borbón (1674–1681), Mademoiselle de Tours;
* Francisca María (1677–1749), la segunda Mademoiselle de Blois, que sería esposa de Felipe de Orleans, duque de Chartres y futuro Regente a la muerte de Luis XIV;
* Luis Alejandro (1678–1737), conde de Toulouse.



El reinado de Luis XIV es considerado como el más grande de la historia francesa. Luis XIV colocó a un Borbón en el trono español, hasta entonces el principal enemigo francés, acabando así con siglos de rivalidad con dicho país europeo que se remontaba a la época de Carlos I. Los Borbones se mantuvieron en el trono español durante el resto del siglo XVIII, pero a partir de 1808 fueron derrocados y restaurados varias veces. Sus guerras y extravagantes palacios llevaron a la bancarrota al estado (aunque es cierto que Francia se recuperó en sólo unos años), lo que le llevó a subir los impuestos a los campesinos, ya que la nobleza y el clero tenía exención de impuestos.

No obstante, Luis XIV colocó a Francia en una posición predominante en Europa, añadiendo al país diez nuevas provincias y un imperio. A pesar de las alianzas oponentes de varias potencias europeas, Luis continuó cosechando triunfos e incrementando el territorio, el poder y la influencia francesa. Como resultado de las victorias militares así como los logros culturales, Europa admiraría a Francia y su cultura, comida, estilo de vida, etc.; el francés se convertiría en la lingua franca para toda la élite europea, incluso hasta la lejana Rusia de los Romanov. La Europa de la Ilustración miraría al reinado de Luis como un ejemplo a imitar. Sin embargo, el Duque de Saint Simon, a quien no le gustaba Luis XIV, diría: «No había nada que le gustara más que los halagos, o, por decirlo más claro, la adulación; cuanto más basta y torpe era esa adulación, con más placer la acogía... Su vanidad era perpetuamente alimentada — incluso los predicadores acostumbraban a halagarle desde el púlpito». No obstante, incluso el alemán Leibniz, que era protestante, se referiría a él como «uno de los más grandes reyes que jamás hayan existido». Voltaire, el apóstol de la Ilustración, lo comparó con Augusto y se refirió a su reinado como «época eternamente memorable», apodando a la «Era de Luis XIV» como el «Gran Siglo» («Le Grand Siècle»).