martes, 24 de mayo de 2011

la cultura de la organizacion

LA CULTURA DE LA ORGANIZACION

Numerosos autores e investigaciones muestran a la cultura como factor crucial en el comportamiento de los individuos dentro de las organizaciones, y de modo significativo, influenciando su comportamiento ético.*

La cultura definida como el conjunto de normas, valores y formas de pensar que caracteriza el comportamiento del personal en la empresa, así como en la propia imagen de la compañía, juega un papel fundamental en el comportamiento responsable de las organizaciones.*

El desarrollo de un proyecto común se apoya en la concreción de las normas y valores necesarios para alcanzar los objetivos definidos por la filosofía empresarial. La identificación de los valores y principios que rigen la empresa, contribuye a la identificación corporativa de todos sus miembros, asegurando la responsabilidad compartida y la reducción de costes de coordinación.

El objetivo de la cultura empresarial es definir qué valores y normas son los que definen la empresa, delimitando espacios éticos de actuación libre y responsable. Sólo así podemos conseguir la capacidad de innovación que un mercado diferenciado y complejo exige.*



Los valores constituyen el núcleo de nuestra personalidad, influenciando las alternativas que elegimos, las personas en las que confiamos y el modo en el que empleamos nuestras energías y tiempo (Posner y Schmidt, 1992)*. Un numeroso grupo de investigadores* ha demostrado cómo los valores afectan a la efectividad personal y organizacional, la satisfacción en el trabajo y la rotación del personal.

Los muy citados Peters y Waterman*, en su conocido libro, al estudiar las empresas excelentes por mantener una constante trayectoria de rentabilidad, crecimiento y general reconocimiento, encuentran que éstas comparten la característica de tomarse muy seriamente el proceso de formación de los valores, y que los empleados se ven forzados a compartir éstos o a abandonar la organización. Estos mismos autores y otros muchos, enfatizan la importancia de la cultura organizacional, la cuál es función de los valores compartidos.
Los sistemas de valores constituyen la pieza fundamental en la cuál se ancla la técnica, la economía, la institución y la sociedad, la razón y la moral, que son las que van definiendo en cada una de las estructuras societarias, tanto una cultura, una forma de organizar la economía y las instituciones, y un hombre con características específicas que percibe las implicaciones éticas de una decisión (García Echevarría 1992)*.

El conocimiento de esta dinámica de valores constituye la base en la cual tiene que descansar no sólo el proceso de dirigir una institución empresarial, sino también el propio conocimiento económico. El propio conocimiento científico, parte de los valores empíricos y éticos que tienen que ser reconocidos, analizados y configurados en el entramado científico.

En los altos niveles de gestión, los problemas que se afrontan muestran frecuentemente su carácter de opción valoral, sin perder su dimensión operativa, siendo el conflicto de valores una de las mayores dificultades de la época actual (Miralles 1993)*.

El completo estudio realizado por Posner y Schmidt* encuestando a más de mil directivos de los Estados Unidos,
pone de manifiesto que los valores que los gestores tienen en más alta consideración con respecto a otras personas son la honestidad y la competencia. Otras características personales valoradas por los gestores son la amplitud mental y la visión. Aquellos que ven a sus superiores como más creíbles, y por tanto, honestos y competentes, muestran una más positiva relación con sus organizaciones.

La percepción de los jefes como creíbles está positiva y significativamente correlacionada con los niveles de compromiso con la organización, comprensión y apoyo de los valores organizacionales, y eficiencia personal. Y por otra parte, esta percepción se correlaciona negativamente con el stress en el trabajo.

Los valores sirven de guías en el trabajo diario, y permiten solucionar dilemas al abordar cuestiones problemáticas cuando los objetivos organizacionales no se establecen claramente, o en numerosas ocasiones en las que el decisor se enfrenta a objetivos incompatibles que deben ser tomados en consideración. La elección de alternativas se facilita y coordina con unos valores empresariales claros.

Las investigaciones empíricas muestran la importancia de los valores éticos. Los estudios proporcionan fuertes evidencias de la correlación positiva entre los valores corporativos éticos y el compromiso organizacional. Dado que las investigaciones han mostrado el vínculo entre el compromiso organizacional y específicos beneficios organizacionales, la ética organizacional puede ser no sólo un importante tema social sino también un aspecto empresarial clave.*
Las actuaciones de los miembros de la organización se ven fuertemente condicionadas por el ambiente ético que forma parte de la cultura organizacional. Este ambiente ético o cultura ética, va a influir poderosamente en la forma de actuar de la organización con respecto a las organizaciones e individuos del entorno.

Se requiere el desarrollo de nuevos valores adaptados a los nuevos retos organizativos. La calidad total es un imperativo surgido del incremento de la competencia. La extensión de la calidad total, no sólo a una determinada área funcional, sino a toda la empresa y a los diferentes procesos de toma de decisiones. Por ello, la calidad total representa un cambio de mentalidad que debe orientar a la empresa hacia el largo plazo, en vez de exclusivamente al corto plazo.

Los famosos principios de calidad de Deming no son una lista de acciones, sino más bien un código de conducta o un sistema de valores que proporcionan un marco de referencia para afrontar los problemas. Deming predica una filosofía de vida de continua mejora y conversión a nuevos valores.

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