martes, 6 de septiembre de 2011

LA MUERTE

La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo. La vida sí que nos los roba muchas veces y definitivamente.


Que tus futuras alegrías no maten mi recuerdo........... pero que mi recuerdo no mate tampoco tus futuras alegrías.

El duelo no es un camino fácil pero... sino lo fuera... dejaría de tener sentido toda nuestra existencia.

Únicamente aquellos que evitan el amor, pueden evitar el dolor del duelo. Lo importante es crecer, a través del duelo, y seguir permaneciendo vulnerables al amor.


Amar al otro es renunciar a poseerlo, incluso muerto; renunciar a que vuelva, descubrir que sigue estando ahí, en un silencio que ya no nos causa pavor, en un desierto que se hace acogedor de lo más valioso que tenemos, lo esencial de lo que permanece cuando ya no se puede nada.


En ninguna otra situación como en el duelo, el dolor producido es TOTAL: es un dolor biológico (duele el cuerpo), psicológico (duele la personalidad), social (duele la sociedad y su forma de ser), familiar (nos duele el dolor de otros) y espiritual (duele el alma). En la pérdida de un ser querido duele el pasado, el presente y especialmente el futuro. Toda la vida, en su conjunto, duele.


Solo sanamos de un dolor cuando lo padecemos plenamente


Recordar es el mejor modo de olvidar


Cuando eres consciente de la muerte, acabas asumiendo tu propia soledad.


Amar a alguien, es decirle: no morirás.

Lo que una vez disfrutamos, nunca lo perdemos. Todo lo que amamos profundamente se convierte en parte de nosotros mismos.


El amigo que está en silencio con nosotros, en un momento de angustia o incertidumbre, que puede compartir nuestro pesar y desconsuelo... y enfrentar con nosotros la realidad de nuestra impotencia, ése es el amigo que realmente nos quiere.

En medio de este atolladero de angustia encontré la fuerza para luchar y salir adelante. Quizás me di cuenta de que mi esposa no hubiese querido verme así. Algo me hizo arrancar y aferrarme a la vida y al amor.


Aun cuando todavía queden momentos difíciles, cuando llegas a aceptar el dolor encuentras fuerza en ti mismo y puedes mirar al futuro con esperanza. (...)

El Dios en quien yo creo no nos manda el problema, sino la fuerza para sobrellevarlo.

Nadie puede explicarnos el dolor, su ilimitado alcance ni sus profundidades enigmáticas. Nadie nos puede descubrir el vacío que deja en el mismo centro de nuestro ser, un vacío que nada lo llena.


Nunca nadie me dijo que el dolor se sentía como se siente el miedo... La misma tensión en el estómago, el mismo desasosiego.


"Eres más consciente que antes de lo que es importante y lo que es trivial. Tu ser querido vivió, pero tú todavía estas vivo. ¡Vale la pena esperar al futuro!


El pesar oculto, como un horno cerrado, quema el corazón hasta reducirlo en cenizas.


La muerte se lleva todo lo que no fue, pero nosotros nos quedamos con lo que tuvimos.

Lo que importa no es lo que la vida te hace, sino lo que tú haces con lo que la vida te hace.


Señor, dame la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las cosas que puedo y sabiduría para poder diferenciarlas.

Dicen que las alegrías, cuando se comparten, se agrandan.
Y que en cambio, con las penas pasa al revés. Se achican.
Tal vez lo que sucede, es que al compartir, lo que se dilata es el corazón.
Y un corazón dilatado esta mejor capacitado para gozar de las alegrías
y mejor defendido para que las penas no nos lastimen por dentro.




El que acepta sufrir, sufrirá la mitad de la vida; el que no acepta sufrir, sufrirá durante su vida entera.


El dolor quema mucha superficialidad.

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